Lo de María Polvillo Díaz (Salteras, Sevilla, 5 de julio de 1994) ha sido esta temporada una locura de vida. Como ella asume, lo suyo ha sido «superagotador», pero al mismo tiempo reconfortante. Conversar con la defensa central del Femenino Cáceres es estar ante una absoluta apasionada de sus dos profesiones, como subraya con orgullo: la de futbolista y la de ingeniera. Tanto disfruta que le resulta imposible decantarse realmente por alguna de ellas si tuviera que elegir. El «día a día» es la consigna inequívoca de una deportista abierta, entusiasta y enamorada de lo que hace con el sacrificio como principal argumento vivencial.

¿Podrá seguir compaginando contínuos viajes, entrenamientos y doble labor, a lo que se entrega a plenitud? El tiempo lo dirá, pero su agenda semanal de esta campaña se intuye tremenda. Y todo ello contando con su equipo, en Cáceres, y en Sevilla, en su empresa GRVC (Grupo de Robótica, Visión y Control), fruto de lo que ha estudiado en la universidad de la capital andaluza, Electrónica, Robótica y Mecatrónica.

«Llevo ya cuatro años, ahora lo estaba mirando y el tiempo ha pasado muy rápido, creí que era menos», dice desenfadada una tarde de confinamiento justo cuando acaba su jornada laboral. Ella es una especialista en la utilidad de drones.

«Me siento muy afortunada», dice. Los lunes trabajaba en la sede de su empresa y los martes hacía lo propio hasta el mediodía. Antes de la pandemia, claro, por la tarde viajaba en su propio vehículo a Cáceres, en la que vivía con sus compañeras Elena y Nerea, para entrenar con el equipo de Ernesto Sánchez. Los miércoles, jueves y viernes compaginaba ambas labores gracias a las facilidades que le ha dado su empresa. «Hago teletrabajo», resume.

Facilidad

Los sábados descansaba «si no teníamos que viajar fuera» y el domingo tocaba partido. «Si es en casa como y me voy a Sevilla; si toca fuera puedo llegar a las dos de la mañana y voy a descansar un rato, me levanto a las seis y media y otra vez a la carretera». Y así siete meses.

«Me han dado facilidades y lo agradezco mucho», dice la futbolista e ingeniera por lo vivido y hecho. «Me han sacado billete para ir a Sevilla en vez de a Madrid», apunta sobre el Femenino Cáceres. «Me dejaron compaginarlo», resalta sobre GRVC.

Futbolísticamente, María apunta haber vivido una de las mejores experiencias en su carrera, que incluye participaciones en la máxima categoría con el Sevilla. Su hermana Oliva, tres años menor, milita ahora en el Zaragoza, y es mediocentro defensivo. «Ella es mejor, jaja… aunque yo tuve problemas de dos lesiones graves de rodilla, una en cada una», dice distendida. De todo ha salido fortalecida. «Aprendí mucho ahí también». María y Oliva son muy queridas en su Salteras natal, que incluso las ha homenajeado.

«Tras unos años en el Híspalis, había que buscar una nueva motivación, y el Femenino Cáceres me la ha dado en todo. Ha sido maravilloso, con unas compañeras muy buenas y un cuerpo técnico que a mí me gusta bastante». Especial mención para Yoly Collado, preparadora física y compañera, «que ha hecho un grandísimo trabajo y ha sido clave para que hayamos terminado muy bien», resalta la futbolista sevillana.

«Para mí ha sido un cambio muy grande porque ya somos profesionales y así me lo tomo yo. Hay que cuidarse en todo, seguir unas normas, una alimentación y tener disciplina», enfatiza. Para ella es absolutamente necesario por su status de vida, sometida a un contínuo trasiego.

«Fui a Cáceres porque se me dio la oportunidad. Sabía que era el momento de arriesgar, de tomar decisiones, y evidentemente no me he equivocado porque insisto que he aprendido muchísimo y todo ha ido muy bien, mejorando mi nivel futbolístico», no duda en decir la protagonista, muy valorada por su entrenador, que la define como una central «agresiva y expeditiva» y que personalmente «es una buena chica», al tiempo que subraya que haya hecho «muchas horas de carretera». Es María Polvillo, la central-ingeniera que vive deprisa, pero en plenitud.