La debacle de Múnich (4-0), que deja la final de Wembley pendiente de un milagro en el que nadie o casi nadie cree, ha sumido al Barça en el punto más bajo de este ciclo de casi cinco años y ha agravado la sensación de que el equipo se ha ido alejando del camino que marcó Pep Guardiola. La ausencia de Tito Vilanova y el desgaste de su recaída ha afectado el trabajo diario y la mentalidad del grupo. Se ha perdido tensión y ambición. La dirección técnica, que ya trabajaba en el fichaje de tres o cuatro jugadores, asume la necesidad de una renovación de mayor calado que en los últimos años. Y eso implicará la salida de nombres de peso como Villa o Abidal. Y todo dando por seguro que Tito continuará. Esa es ahora su firme decisión y el club la asume sin dudas.

El equipo ha ido desatendiendo pequeños detalles que en la Liga han quedado disimulados por su superioridad, pero que le han penalizado en las grandes citas. Ha jugado 11 partidos contra equipos de peso (Madrid, Milan. PSG y Bayern). y solo ha ganado dos, el debut en la Supercopa (3-2) y el del Milan (4-0).

El punto más urgente para fichar es la portería, dando por hecho que Valdés pretenderá marcharse en junio a pesar de que le queda un año de contrato. El club intentará que se quede, pero el portero se ha mostrado inflexible. Las otras prioridades son un central y un delantero, que podrían doblarse. Y todas con el sello de titular y no de complementos tipo Song o Adriano. Las previsiones del club de destinar unos 50 millones parecen insuficientes.