Quedan seis días de mercado, que se cierra el 2 de septiembre, y el culebrón Neymar tiene visos de continuar en un final muy abierto. Ya no importa tanto cuándo termina sino cómo termina. El segundo intento oficial del Barça acabó como el primero: sin éxito. El PSG no acepta la oferta azulgrana de 170 millones a pagar en dos plazos, sin incluir jugadores, y el brasileño sigue sin abrir la boca para dar un empujón a la negociación.

El tiempo se acaba, pero aún hay margen para el acuerdo pese a las urgencias. «Estamos más cerca», reconoció Javier Bordas, el directivo del Barça que negocia el fichaje, al volver de París. El próximo lunes será ya irreversible. Pero hasta entonces, el PSG aspira a recuperar gran parte de la inversión que realizó hace solo dos años (222 millones), Neymar sueña con salir de esa cárcel que ha imaginado que es París y el Barça cuenta los euros para no quedar hipotecado de una manera inasumible.

Esa es la mayor preocupación azulgrana que desplazó a la segunda reunión negociadora de París a Òscar Grau, el director general. Acompañó a Eric Abidal, el secretario técnico, y a Bordas, y con ellos viajó también André Cury, comisionado del Barça en el fútbol brasileño y en la familia Neymar en particular.

El Barça, por su parte, ha flexibilizado su oferta, la segunda formal que ha presentado. En julio ya hizo saber que pretendía refichar a Neymar en vistas del ardiente deseo del brasileño de volver, y el plácet de sus excompañeros del Camp Nou, pero no se sentó a la mesa con papel y bolígrafo hasta el 12 de agosto. La delegación azulgrana regresó con tachones y garabatos.

El PSG no quería jugadores de intercambio y sigue sin quererlos para abaratar la operación. El ‘no’ es menos categórico. Tampoco aceptaba una cesión de uno o dos años sin obligación de compra. El Barça ha claudicado, asumiendo que deberá pagar.

Hasta 170 millones ha ofrecido el Barça, según informaba el diario Le Parisien, 52 menos de los que cobró hace solamente dos años.