El acto físico del cierre de las puertas de la sede del Cáceres tuvo lugar ayer, cuando apenas restaban diez minutos para las dos de la tarde. A esa hora, el ya exgerente, Julio Espino, y las empleadas Julia y Arantxa, los tres profesionales con los que hasta ayer contaba la entidad verdinegra, echaron la llave al club sin que, al menos aparentemente, no se atisbe la supervivencia en la competición LEB.

"Fue muy triste. El presidente nos llamó dos o tres veces a lo largo de la mañana y está claro que estábamos mal", contó ayer por la tarde el gerente, Julio Espino. Además, el club ya ha dado de baja el fax y la línea ADSL, lo que da buena idea del estado agónico en el que se encuentra la entidad.

CASI IMPOSIBLE Las opciones de continuidad siguen pareciendo, a cinco días de que termine el plazo de entrega de la documentación en la federación, toda una entelequia. Las gestiones que realiza el concejal de Deportes, Lázaro García, para conseguir el aval de 300.000 euros no están surgiendo el efecto deseado. "Por la experiencia de todos estos años, no me atrevería a dar un pronóstico, pero está muy difícil, es casi una utopía. Hace falta el aval, sí, pero además que alguien se encargue del club", recordó ayer el exgerente verdinegro, que añadió que, en cualquier caso, la documentación está lista para ultimarse si aparecen salvadores .

La llama de la esperanza, en cualquier caso, sigue mínimamente viva. La directiva, en la que también está el propio Espino, ha comunicado su intención de seguir "unos días" para ayudar a hacer los trámites de inscripción y cuestiones que surjan "en solidaridad" con el presidente, Felipe Fernández, que previamente había anunciado que seguiría un plazo breve para colaborar con los sucesores.

Mientras esto ocurre, los plazos se acortan inexorablemente. La afición verdinegra se quedará sin baloncesto de no mediar una sorpresa de última hora, como ha ocurrido otros años. También la cantera, a través de la Fundación Cáceres, corre serio peligro.