Desde este miércoles, el Extremadura_CAR_Cáceres, club más representativo de la región en el rugby, tendrá un nuevo presidente. Será Juan Rosado en sustitución de Germán García, que deja así un cargo que ha ocupado oficialmente desde 2012. Ya tenía funciones similares antes, bajo el mandato el añorado Fernando Sánchez_Pascua.

Lo de García, de 63 años, es un adiós relativo. «No me borro del mapa. Lo que pueda ayudar, ayudaré. Pero cada vez son más cosas, más papeles, más problemas. He estado mucho tiempo y he hecho lo que buenamente he podido y es hora de que entre gente nueva que haga lo que a mí no se me haya podido ocurrir. Es lo natural», afirma.

Así es que la familia del rugby cacereño y extremeño podrá seguir contando con él en la medida de lo posible. Ya no en primera línea, pero sí dispuesto a echar un cable en lo que pueda. Está muy acostumbrado a ello: el CAR_Cáceres nació en 1981 y en esa fotografía ya estaba él, una presencia perenne que narra de forma quizás no tan hiperbólica como pueda parecer: «No he faltado ni un día ni un solo entrenamiento desde que se fundó el club. Y he tenido distintos papeles: jugador, entrenador de cantera, entrenador de primer equipo, director técnico, presidente...».

Lo narra con orgullo porque, sostiene, «nos han pasado muchas cosas, buenas y malas, pero el balance es muy positivo. Llevamos casi 25 años en categoría nacional de forma interrumpida, en Primera Nacional y en División de Honor B. Le hemos ido cogiendo el pulso a esta última. Es más difícil, porque es más profesional, lo que da unos problemas secundarios».

Pocos pueden discutir que, como dice García, el CAR_es_«el buque insignia de los equipos de rugby de Extremadura», incluyendo también la representación en la Federación Española a través de al menos tres asambleístas.

¿Qué le espera a su sucesor? «El objetivo es mantener el status que tenemos», dice el ya expresidente, visiblemente preocupado por lo que está sucediendo con la pandemia. «Hace siete meses ni nos imaginábamos esta situación. Solo nos quedaba un partido para acabar la temporada y ocurrió todo», recuerda, calificando el actual momento como «muy difícil, muy crítico. Nuestro deporte no es fútbol ni baloncesto de máxima categoría. No somos tan fuertes».

Su escepticismo sobre el comienzo de las competiciones, previsto para el 17 de octubre, es evidente. «Pienso que es un poco de locura. En rugby no hay una red por medio. Están las cabezas chocándose, las de los rivales y las de los compañeros. Van 23 jugadores convocados en cada partido. Y el 60% de los equipos de nuestro grupo están en Madrid, uno de los puntos más conflictivos. Tendremos que empezar y pasará lo mismo que en los colegios. Se empezarán a dar positivos y sabemos que va a ser así. Esto no se va a acabar de un día para otro», sostiene.

Según su versión «no se trata de pesimismo», sino de que «esto no es ninguna tontería. En nuestro deporte el 90% de los jugadores no son profesionales, son jóvenes estudiantes o trabajadores, con lo que lleva consigo».

De hecho, el covid-19 se llevó por delante a Diego Rosado, otro ‘clásico’ del CAR. «Vino conmigo a un curso de entrenadores en 1981, de los primeros que se hicieron. Antes del confinamiento estuvo con los sub-16 apoyándolos en unos partidos en Salamanca y Valladolid. Era una persona muy implicada. Un golpe muy duro a todos los niveles».