El ciclismo español estuvo a punto de revivir, ayer en Florencia, uno de los momentos cumbre de su historia: el Mundial de Colombia de 1995, en el que Abraham Olano cruzó la meta con la rueda trasera pinchada con un majestuoso Miguel Induráin como lugarteniente de plata por detrás. Sin embargo, ni Purito Rodríguez celebró el oro ni Alejandro Valverde recibó alabanzas por su magnanimidad. El catalán lloró la plata en el podio, harto de coleccionar segundos puestos, y el murciano purgó el bronce, señalado como culpable de que el jersey arcoíris no recaiga durante el próximo año en los hombros de un español, sino en los del magnífico portugués Alberto Rui Costa, de 26 años.

No fue como Duitama-95, aunque, como entonces, los ciclistas sufrieron un duro día de lluvia. La película fue más parecida a la de los últimos años, no tanto por las siete horas y media de carrera sino por el cruce de reproches entre los integrantes de la selección, que se vio con la situación de carrera soñada en los últimos 10 kilómetros y perdió un oro que tenía en el zurrón.

"Yo creo que lo he hecho perfecto. ¿Por qué no hemos ganado? Eso tienes que preguntárselo a otro", decía Purito en clara alusión a Valverde. "Sabía que tenía que salir a por Rui Costa, pero no podía más", reconoció Valverde, relativamente feliz con su quinta medalla mundialista, algo que nadie había logrado antes, aunque ninguna de oro. El juicio del seleccionador, Javier Mínguez, era claro: "Valverde se ha equivocado. Debió haber saltado a por el portugués. Purito tenía el Mundial y Nibali venía muerto. El oro era nuestro".

Alberto Contador asumió a la perfección su papel y trabajó en una fase para que sus compañeros no se descolgaran del grupo de favoritos.

TENSION FINAL En la última vuelta, ya sin lluvia, España tenía a cuatro hombres en cabeza: Valverde, Purito, Jonathan Castroviejo y Dani Moreno. El italiano Michele Scarponi avivó el ritmo en la subida Fiesole y Purito dio continuidad al ataque. El contrataque de Vincenzo Nibali dejó definitivamente seleccionada la carrera, con el italiano, Valverde, Purito, Rui Costa y Rigoberto Urán, aunque el colombiano se fue al suelo en el peligroso descenso.

Cuatro hombres y dos españoles, una situación ideal que mejoró cuando Purito soltó bajando a Nibali. El precio a pagar por el italiano fue desgastarse en la persecución de Purito, mientras Valverde le marcaba y Rui Costa permanecía al acecho. El duro repecho de Via Salvati reagrupó al póquer de escapados, pero Purito volvió a intentarlo una, dos y hasta tres veces hasta que Nibali tuvo que dejarle ir.

Entonces llegó el error de Valverde. Hace 18 años, Induráin saltó a cada intento de Marco Pantani de acercarse a Olano, pero también a los de Mauro Gianetti, el otro integrante del terceto perseguidor. Ayer, Valverde solo vigiló a Nibali, fundido, y se olvidó de Rui Costa, compañero suyo en el Movistar.

"Ha salido en una curva bastante complicada. Nibali ha hecho el amago de ir a por él y se ha parado. Cuando he querido reaccionar, ya me llevaba 10 metros", se excusó Valverde, que no pensó que el portugués pudiera atrapar a su compañero. Cuando Purito vio llegar a Rui Costa, se le vino el mundo encima. "He comprendido que iba a perder. A la desesperada, he intentado hablarle para desestabilizarle, pero iba muy fuerte".

"Es el destino de Purito. Perder de un soplido el Giro, la Vuelta y, ahora el Mundial. La vida es así", se resignaba el ciclista de Parets en referencia lo que ha sido su temporada.