Sus palabras decían una cosa y su rostro reflejaba otra. "No puedo bajar la cabeza. Es el momento de levantarla". Cabizbajo, abatido, resignado, Felipe Massa se hablaba a sí mismo para darse ánimos, los que perdió el sábado cuando, tras la calificación, ya se vio derrotado, hundido. Ha fallado a la hora de decidir el título --Japón y China-- y en lo que se supone es su especialidad, la calificación. Se ha convertido en un manojo de nervios que le han desgastado, agotado. "Todo puede pasar. Por eso tenemos que trabajar duro y ganar la ultima carrera, sin pensar en lo que sucederá", dice.

Sin fuerzas, sin argumentos, sin bazas con las que apurar a Hamilton, depende de un milagro. "Me siento como en la tanda de penaltis de una final del Mundial de fútbol. Yo he fallado los dos primeros, él (Hamilton) ha marcado los dos y ahora me toca chutar, anotar y esperar a que él falle".Comenzó a soñar con esa posibilidad cuando comprobó que era "unas décimas más lento que el McLaren. Hamilton tenía el coche más rápido". Su ensoñación alcanzó también el adelantamiento a Raikkonen. "Fue lo mejor de la carrera. Le di caza y cuando llegué a su altura le adelanté. Fue un gran momento...". Eso sí que es imaginación, una fabulación innecesaria cuando su compañero admite públicamente que se dejó alcanzar y adelantar y cuando el rival, Hamilton, confirma que

"unas décimas más lento que el McLaren. Hamilton tenía el coche más rápido". "Fue lo mejor de la carrera. Le di caza y cuando llegué a su altura le adelanté. Fue un gran momento...". "eso es trabajo en equipo. Nosotros hubiésemos hecho lo mismo".Por último dijo Massa que:

"hoy ha terminado un McLaren delante nuestro y hemos podido quedar segundo y tercero. Para el campeonato de pilotos no es fantástico, pero para el de constructores sí es muy bueno". Triste consuelo cuando se ha tenido tan cerca el título más grande, el único que de verdad se recuerda.