Lo volvió a tener a tiro, pero tampoco esta vez Nicolás Almagro pudo parar a Rafa Nadal. que alcanzó por segundo año consecutivo la final del Masters 1000 de Madrid y tratará hoy de tomarse la revancha sobre Roger Federer, el otro finalista después de imponerse con dificultades a David Ferrer. Con su triunfo, además, el manacorense desplazó a Novak Djokovic del segundo puesto del ránking ATP. Ahora, después de adjudicarse los 14 partidos que ha disputado en la temporada de tierra, persigue el tercer título seguido tras proclamarse campeón en Montecarlo y Roma.

"Pase lo que pase en la final, la temporada en tierra ha sido perfecta o casi perfecta. Ni en mis mejores sueños había soñado ganar dos títulos y estar en la final del más complicado", dijo el manacorense después ganar a Almagro. Lo hizo con la boca chica cuando todo el mundo tiene presente que Federer le ganó la final del Mutua Madrileña del año pasado y que por delante está Roland Garros, donde el suizo acabó con su reinado de cuatro años.

CABEZA FRIA Nadal aseguró que no le mueve el más mínimo afán revanchista. "Si pienso en revanchas la cabeza no está lo suficientemente fría", comentó el nuevo número dos del mundo. Quizás fuera eso, no saber mantener la calma en el momento cumbre, lo que impidió a Nico Almagro consumar una victoria que la mayoría del público llegó a temer. El murciano no tiene ni de lejos el tirón de Rafa y él mismo lo reflejó con humor cuando se encontró con que no había preguntas en inglés en la rueda de prensa posterior. "Soy un jugador comarcal", afirmó el murciano, satisfecho al menos con haberse metido entre los 30 mejores.

Lo que sí tuvo Almagro fue tenis para acorralar a Nadal durante un buen trecho. Le sumió en un mar de dudas, se llevó el primer set como un ciclón gracias a un servicio inasequible y a una agresividad bien encauzada y tuvo dos bolas de rotura en el tercer juego de la segunda manga que no supo aprovechar. A partir de ahí se encogió y permitió que Rafa recuperara su mejor nivel para acabar imponiéndose por 4-6, 6-2 y 6-2.

Más difícil fue aún para Federer superar a Ferrer. El alicantino acarició su segunda final de un Masters 1000 pero acabó cediendo ante el número uno del mundo por 7-5, 3-6 y 6-3 después de haber desaprovechado una bola de rotura en el tercer juego del último set.