El recuerdo del accidente de Luis Pérez Sala y Alfonso García de Vinuesa en 1986 golpeó la memoria en un instante. Los dos españoles llegaron juntos a la entrada en Eau Rouge durante la carrera de F-3000 en Spa y ambos acabaron en el hospital. Fernando Alonso y Lewis Hamilton también entraron emparejados en la más famosa de las curvas, pero el bicampeón salió por delante de su gran rival tras hacer enmudecer a los miles de aficionados que se sitúan en esa mágica zona. Ahí se acabó de decidir la carrera.

Alonso no solo le mojó la oreja a su compañero en Eau Rouge (Agua Roja), también en Le Source (La Fuente), un ángulo de 160 grados que disfruta del honor de haber albergado la mayor montonera de coches en la historia de la F-1: 13 monoplazas quedaron fuera de carrera en el gran premio de 1998.

Hasta esa frenada llegó Kimi Raikkonen en cabeza, tranquilo, por fuera, como si nadie viniera por detrás. Felipe Massa intentó colarse por dentro, pero se pasó de frenada. Alonso, justo detrás, vio "una posibilidad de adelantar" al brasileño pero el Ferrari "se recuperó bien" y el español, en cambio, había tenido que frenar más de la cuenta para no comerse a Massa. Así que se fue hacia el exterior "para poder acelerar antes" y allí estaba Hamilton. No cabía ni un papel de fumar entre el neumático delantero de Alonso y el pontón del inglés.

Dos interpretaciones

"No fue una salida muy deportiva", se quejó Hamilton. "Resulta extraño que alguien que suele quejarse de que los demás son antideportivos, te eche fuera de la pista", añadió. Alonso tiene otra visión. "Busqué el exterior para acelerar antes. Hamilton debía haberse parado, pero utilizó la escapatoria, que es una zona de seguridad, para seguir. Si hubiera un muro como antes, tendría que haberse parado".Simplemente, le dio a probar a Hamilton de su misma medicina. ¿O que creían? Hay un título en juego, ninguna amistad. También dio a Hamilton más líquido de su frasco en Eau Rouge, esa terrible curva que comienza en bajada, acaba en subida con un rápido cambio de dirección, una especie de brutal mazazo al coche y al piloto, que a 316 kilómetros por hora se convierte en una diminuta rendija estrujada entre fuerzas de la gravedad en cuatro sentidos. Y por ahí metió el coche Alonso antes.La carrera parecía acabada tras la primera vuelta. O casi. Mientras Raikkonen fulminaba el cronómetro vuelta a vuelta, con la fuerza de un rodillo, con la precisión de un reloj, Massa cumplió con su función de escudero.Solo faltaba comprobar si la estrategia podía cambiar las cosas entre Alonso y Hamilton. El asturiano se detuvo en la vuelta 15 con tres segundos sobre el inglés, que paró un giro más tarde con toda la información sobre la gasolina que había cargado Alonso.

"Esa es la igualdad de oportunidades que pregona Dennis",