Su longeva carrera se distingue por una característica: la pelea. El tesón y el entusiasmo que transmite Ramiro López Sendín, ‘Ramiro’ (Salamanca, 23 de octubre de 1979) sale siempre a borbotones. «Seguiré hasta el día que me dure la gasolina», dice con contundencia tras hacer el gol que le dio al Jerez el triunfo en Valdivia (0-1) y que situó al equipo de José Antonio Vázquez Bermejo entre los cuatro primeros de Tercera, invicto aún.

Ramiro, curtido en mil batallas futbolísticas y vivenciales (tuvo el arrojo de crear una escuela de fútbol en EEUU, de donde regresó el pasado año), también tiene su particular escuela de niños en Jerez de los Caballeros. «Me encontré bien al volver y dije en le Jerez que si podía entrenar con ellos. Me comentaron que incluso me hacían ficha... y ahí sigo». A punto de cumplir los 38 años, la pasada temporada firmó, jugando solamente la segunda parte del campeonato, la nada despreciable cifra de nueve goles.

«Yo siempre digo que mi secreto es la cerveza. Con Jorge Zafra (otro histórico del fútbol extremeño) nos echamos unas buenas cañas después de los entrenamientos, jajaja», dice en tono de broma pero realmente en serio.

«Suelo hacer entre 10 y 15 goles por año. No sé en éste», calcula, relajado, este auténtico currante del fútbol desde su puesto de delantero centro, cuyas cualidades han disfrutado en el Arroyo (6 años, su primera experiencia en la región), Amanecer, Cacereo, Comarca de Níjar, Jerez (dos etapas), Sporting Villanueva, Díter Zafra y Oliva.

Asume que su carácter y personalidad le lleva a incluso ‘pelearse’ con Vázquez Bermejo, «con el que en realidad me llevo muy bien y es un gran entrenador». Así es Ramiro, el futbolista que jamás defrauda.