Anoche estalló el Tour y no precisamente de alegría. Michael Rasmussen, el líder de la prueba y vencedor ayer en el Aubisque, fue retirado de la carrera por su propio equipo, el Rabobank, en una decisión que dejó de nuevo desconcertado y entristecido al mundo del ciclismo. El equipo holandés explicó que retiraba a su líder porque evitó pasar unos controles médicos antes de empezar la ronda francesa y porque mintió a cerca de los lugares donde se dedicó a entrenar para preparar el Tour. La expulsión de Rasmussen puede beneficiar al español Alberto Contador, segundo en la clasificación general, que hoy empezará la etapa vestido de amarillo.

La decisión del Rabobank, que al cierre de esta edición no había confirmado si también retiraba a todo el equipo, fue producto de la presión ejercida los últimos días por la dirección del Tour. El hecho de que el corredor danés evitó en junio pasar unos controles de la Unión Ciclista Internacional, hizo sospechar a los responsables de la ronda francesa, que han querido evitar a toda costa otro escándalo como el del año pasado, cuando el norteamericano Floyd Landis, tras ser coronado vencedor en París, fue destituido como vencedor al saberse que dio positivo en una de las etapas. La policía llegó anoche al hotel para interrogar al hasta ayer líder, quien negó que no hubiera querido pasar esos controles en junio.

En el mismo establecimiento también pudo verse alguna situación sobrecogedora, como la salida fulgurante y con lágrimas en los ojos de Theo de Rooy, el mánager del Rabobank, "abatido por completo", explicó José Miguel Echávarri, mánager del Caisse d´Epargnee. Uno de los primeros en celebrar la determinación del equipo holandés fue Patrice Clerc, presidente del Tour: "Aplaudo la decisión".

La expulsión de Rasmussen llegó precisamente el día en que prácticamente había sentenciado el Tour, con una espectacular exhibición de fuerza en los últimos kilómetros del Aubisque, donde dejó clavado a Contador. El escalador español atacó hasta cuatro veces al danés en las duras rampas del puerto, pero en todas ellas el líder respondió con solvencia. Contador, que hoy estrenará su nueva condición de líder, pagó el esfuerzo y también el del día anterior y decidió mantenerse a rueda de su rival.

Al final, Rasmussen demarró con fuerza y llegó a meta con 35 segundos de ventaja sobre Contador, que sufrió de lo linde en los ultimos repechos, algo inédito hasta ahora.

Cuando Rasmussen, a falta de un kilómetro, observó que Contador ya no podía más, bajó piñones en su bici y partió a por la victoria de etapa. Fue allí donde comenzó a desvanecerse el sueño del madrileño por ganar el Tour, algo que ahora ha dado un giro inesperado, ya que su nueva condición de líder le convierte en el gran favorito.

"Cuando a tres kilómetros vi que desistía en seguir atacando a Rasmussen, comprendí que no estaba fino", dijo Johan Bruyneel, técnico del ciclista español. En efecto, el escalador español, con cara sonriente, con la etapa ya finalizada, buscando el tormentoso y lento descenso del Aubisque a Pau, reconoció que su ofensiva estuvo acompañada de una dosis de decadencia física. "Ataque cuatro veces, pero fueron más bien ataques con el corazón que con las piernas. Si subo más tranquilo habría tenido más opciones de disputar la etapa. Pero había que probarlo para ganar el Tour".

LA QUEJA Había que probarlo, el Aubisque se lo merecía, también el Tour y hasta los locutores de la televisión francesa que se quedaron mudos con el ataque de Rasmussen. "Los Pirineos han sido muy bonitos para mí. Lástima que Vinokurov lo haya estropeado todo". Ahora al nombre del kazajo habrá que añadir el de Rasmussen, señalado desde hace días por la prensa de su país. Los peores augurios se han cumplido y el Tour, el ciclismo, ha vuelto a perder. De nuevo.