La cara más cruel del fútbol se ha cebado con Raúl Arrabal (Badajoz, 1996). Dos lesiones han provocado su adiós prematuro del fútbol. El jugador, que actualmente defendía la zamarra de la UD Montijo ha colgado las botas a sus 22 años. Su futuro, lo primero. «Es una decisión muy meditada y mi familia me apoya al 100%», expresa.

«En el último año he sufrido una rotura del ligamento cruzado anterior y, tras la recuperación, sufrí una rotura de menisco en la misma rodilla. En ambas ocasiones he tenido que pasar por quirófano y por eso he decidido dejar el fútbol, ya que puede afectar a mi salud y a mi futuro», relata Arrabal.

Dos golpes muy duros han noqueado al lateral del Montijo. «Tras la primera lesión tenía muy claro que quería volver a jugar, fueron nueve meses de recuperación y llegué justo a la pretemporada con el Montijo. Con la segunda, me planteé más cosas y psicológicamente me hizo mucho daño. Ha costado tomar la decisión, pero es lo mejor», dice con madurez.

Y es que, con solamente 22 años, sus estudios son su prioridad en estos momentos. «Mi familia me dijo que pensara bien la decisión que tenía que tomar y que también pensase en mis estudios, ya que estoy estudiando el Doble Grado de Administración y Dirección de Empresas y Economía», explica Arrabal a este periódico. Aunque el fútbol seguirá muy presente en la vida del lateral.

El olor a hierba y el cuero seguirán latiendo en el corazón de Arrabal. Los banquillos, su futuro y presente. «Me tira la vena de entrenador, de hecho estoy entrenando a un equipo de prebenjamines en la Academia de Badajoz y me gusta mucho esa labor», confiesa.

Lo bueno

Aunque ahora el fútbol le ha mostrado el sabor más amargo, también le ha dado gratos recuerdos. «He tenido muchos buenos momentos, no me podría quedar con uno: el ascenso a División de Honor con el Flecha Negra o el debut en Tercera, con el Deportivo Pacense y jugar con el Montijo...», rememora Raúl Arrabal.

Quién sabe si es o no un adiós definitivo al fútbol, porque Arrabal no cierra la puerta a volver, según comenta él mismo. «De momento, es un adiós definitivo, aunque nunca se puede decir nunca. En el futuro no sé si me volverá a entrar el gusanillo por volver a intentarlo», confiesa el deportista.