ESPAÑA: Cortés; R. Alegre, Garza, Ribas, Enrique, F. Fábregas, A. Fábregas, D. Alegre, Tubau, Amat, Freixa, -equipo inicial- Oliva, Sojo, Arbós, Sala.

AUSTRALIA: Lambert; De Young, Hammond, Knowles, Ockenden, Guest, George, Wells, Brooks, Abbott, Dwyer -equipo inicial- Matheson, Kavanagh, Brown, Smith, Doerner.

GOLES: 0-1, m.1: Des Abbott. 0-2, m.38: Ockenden. 1-2, m.41: Tubau. 2-2, m.46: Tubau. 2-3, m.68: Santi Freixa, de penalti córner.

ARBITROS: Ehlers (DIN) y Blasch (GER). Mostraron tarjeta verde a A. Fábregas (ESP), Hammond (AUS), Tubau (ESP), Wells (AUS).

Acabó el partido. Australia, la actual campeona olímpica estaba en la calle, a pesar de que llegó a ganar 0-2. España, con un gol de Santi Freixa de penalti córner a un minuto y medio de acabar el choque, se colaba en una final olímpica con un duelo épico, 12 años después de Atlanta-96. Allí le espera mañana Alemania. Pero Maurits Hendricks, el milagroso y científico técnico holandés que ha revolucionado el hockey hierba español, no podía ni articular palabra en Pekín. Se echó las manos a la cabeza. Más bien, la cabeza se le pegó a las manos, y no había forma humana de despegarla. Ni él, que guió a Holanda a un ciclo de cuatro años donde lo ganó todo, había sentido algo así.

"Han sido unos años emocionantes con este equipo. Siempre juegan con corazón, pero ahora también han sabido jugar con cabeza", explicó Hendricks, "orgulloso" por el comportamiento de unos jugadores que le dieron la vuelta a un partido que tenían perdido. España jugó mejor. Pero ya perdía antes de empezar la semifinal. A los 35 segundos, Australia ganaba 1-0. Los hombres de Hendricks no se derrumbaron. "Les he hecho sufrir mucho y me han hecho sufrir mucho. Pero es un grupo maravilloso", relató el técnico, quien no dio síntomas de nerviosismo, a pesar de que el encuentro se torció desde el instante inicial.

AUSTRALIA ELIGIO MAL Acababa de abrir el técnico su moderno ordenador en el banquillo y los australianos, una potencia mundial, se frotaban las manos. Los mismos que se dejaron empatar con Inglaterra (3-3) para elegir rival en semifinales. Escogieron mal porque querían evitar a Holanda. Eligieron a España. Se equivocaron. Aunque el partido estaba perfecto para Australia. No solo en la primera mitad, sino en la segunda. A los dos minutos, el 0-2 brillaba en la noche china. La fotografía ideal para el campeón olímpico, que no reparó en un factor incontrolable. No tenía que ver con el juego, ni con la táctica, ni mucho menos con la estrategia. Era corazón, puro corazón. "Es el partido más importante de mi vida y de muchos de nosotros", contó Edi Tubau, clave en el triunfo.

En el caso de Tubau queda reflejada la transformación de España. "He sufrido con él, le he picado al límite, hemos hablado muchísimo, le he empujado y el tío va y responde en la semifinal", dijo Hendricks, recordando que el delantero no había marcado ni un solo gol en el torneo olímpico. Hasta ayer. Basta ver el primer tanto, firmado por el Romário del hockey por la sangre fría y la genialidad que exhibió dentro del área para batir al meta australiano y a un defensa con un endiablado disparo. Pareció detenerse en el aire antes de caer con elegancia.

LESION DE POL AMAT A partir de aquí, y a pesar de la lesión en el tobillo izquierdo de Pol Amat, España se desató. El corazón provocó una gesta inolvidable y dejó a Hendricks con las manos en la cabeza. "Hemos ganado partidos en el último segundo, estamos en la final y, además, he sido padre por vez primera en mi vida estando aquí, en Pekín. Aún no he podido ver a mi hijo y a mi mujer. Las emociones no paran de girar por mi cabeza".