El Real Madrid rellenó el único hueco libre que le quedaba en el palmarés más laureado del continente con la Copa ULEB, el único trofeo que le faltaba y que arrebató al Lietuvos Rytas lituano a partir de un gran trabajo de Felipe Reyes, Alex Mumbrú y el belga Axel Hervelle, rematado por el estadounidense Chris Smith en la segunda parte. El norteamericano, mano a mano con su compatriota Louis Bullock, dio la puntilla al inmenso partido de los dos internacionales españoles y del ala-pívot belga y amarró la victoria que, además de ampliar el historial continental de los blancos, los conduce directamente a la próxima edición de la Euroliga. Toda una fiesta.

Las finales siempre esconden sorpresas. El Lietuvos queda excluido de esa categoría. El estado mental del Madrid para el partido sí engordaba los enigmas cubiertos por el velo de la incertidumbre. La experiencia es un grado y, desde luego, la puesta en escena de los blancos mejoró con creces la de hace tres años que le costó el título contra el Hapoel Jerusalén israelí en el mismo escenario, aunque lo mejor lo reservó para la segunda mitad.

El equipo báltico, en cualquier caso, habría hecho una carnicería frente a un Madrid como aquél. Ante el de Joan Plaza, aunque no tenga el día o le falten muchos enteros, las cosas son mucho más difíciles. Tanto es así que, sin jugar bien en sentido amplio, con la fase de adaptación a la final ya cubierta y el primer tiempo agotado, los blancos transmitían la sensación de caminar un paso por delante de su rival pese a ir por detrás (41-40).

El Lietuvos se encontró con un adversario tocado por la inspiración y el acierto de tres hombres a la vez: Felipe Reyes, Alex Mumbrú y el belga Axel Hervelle. Ellos tres actuaron de carburante hasta el descanso y taparon las deficiencias defensivas -perfectamente aprovechadas por los lituanos- y la falta de adaptación al choque de hombres importantes.

El hecho de moverse la mayor parte del tiempo por delante en el marcador ayudó al Madrid a mantener la cohesión ante un rival de excelente calidad, que acabó el primer tiempo en ventaja, gracias a una mayor amplitud colectiva. Reyes, un coloso debajo de los dos aros, firmó catorce puntos antes del descanso. Mumbru, nueve. Hervelle, seis, aunque la aportación del belga hay que medirla también en aspectos tan intangibles como el deseo de victoria y la capacidad de sacrificio.

Pero la inspiración de estos tres hombres no pudo imponerse en los primeros veinte minutos a la mayor abundancia de recursos ofensivos del Lietuvos. Nueve hombres del cuadro báltico anotaron en algún momento con anterioridad al intermedio. Tres menos por parte madridista y, además, sin que el jugador habitualmente más productivo -Bullock- alcanzara el grado de protagonismo que le caracteriza. En el Lietuvos, todo era equilibrio, desde el reparto de los puntos hasta la batalla reboteadora, donde ambos conjuntos han liderado la competición durante toda la temporada con una ligera ventaja para los chicos de Plaza.

Chris Smith

El Madrid necesitaba interpretar eso dos primeros cuartos para ajustar la defensa, para cerrar el exceso de vías hacia el aro que encontraba el bloque dirigido por el serbio Alexander Trifunovic. Necesitaba romper el partido, dar el estirón, con paciencia, pero sin pausa. Y a eso se aplicaron los blancos a la vuelta del vestuario. Bullock cobró peso delante del aro báltico, donde Reyes y Hervelle daban una lección de entrega y compromiso. Los distanciamientos previos al ecuador del encuentro habían terminado en nada, aunque la diferencia más larga sólo había establecido siete de distancia. Mediado el tercer cuarto, el Madrid ya la tenía otra vez en el bolsillo (43-50 y 45-52 m.25).

Chris Smith traspasó esa barrera desde el arco de triples a cuatro minutos para la conclusión del periodo (47-55). La final se estaba decidiendo en esos instantes. Ahí normalmente merodea Bullock. El norteamericano parecía más cómodo que en la primera parte y secundó a Smith para poner al Lietuvos en una situación muy delicada. O reaccionaba o empezaba a ceder, definitivamente, el triunfo (48-58 m.27).

Trifunovic detuvo el juego con un tiempo muerto. Fue su penúltima intentona. Bullock anotó un contraataque en solitario, Smith volvió a los 6,25 metros y el Madrid agarró un asa de la copa gracias a un parcial de 0-8 (48-63 m.28). Si el líder de la ACB hubiese atado en corto al ex jugador del Lagun Aro Bilbao Ivan Koljevic y hubiese acoplado mejor algunas situaciones ofensivas de los lituanos la sentencia habría sido incuestionable.

No lo hizo y el Lietuvos arrancó el último periodo a once puntos de distancia, pero todavía con opciones (58-69). Opciones que murieron frente a un Madrid, ya sí, absolutamente enchufado al choque, con Bullock en su papel, Hervelle y Reyes como dos gladiadores y, en especial, con Smith disparando sin fallos casi y una cuenta con seis triples y un tiro libre (diecinueve puntos a 7:50 minutos para la bocina).

El título y el pasaporte para la próxima Euroliga hablaban español. Perder o ganar ya sólo dependía del Madrid, de lo que pasase quedaba al margen del Lietuvos, que se acercó a ocho puntos (72-80). Hasta ahí y cayó con orgullo y deportividad. Jugó como un gran equipo y dio la mano a un gran vencedor. Los blancos ya han conquistado todos los títulos europeos. Hacía diez que no lograban uno. Ahora cuentan con título y con pasaporte para la Euroliga.