Real Madrid y Unicaja lucharán esta tarde en Málaga (18.30 horas) por suceder al Barcelona en el palmarés de la Copa del Rey. Ambos se impusieron con claridad a Valencia Basket y MoraBanc Andorra con enorme claridad en las semifinales (91-68 y 92-59, respectivamente).

En la primera semifinal, el Madrid destrozó a un Valencia Basket irreconocible, que se vio avasallado de principio a fin por un rival que puso en práctica un baloncesto de muchos quilates (91-68). Anthony Randolph, Facundo Campazzo y Edy Tavares se encargaron de anular cualquier esperanza a un equipo taronja que pareció acusar en exceso el desgaste de su victoria de cuartos de final frente al Barça.

A los mandos de un eléctrico Campazzo --el mejor con 15 puntos, cinco rebotes, nueve asistencias, siete balones recuperados y 31 de valoración-- el Real Madrid salió mucho más centrado al parqué del Martín Carpena y, en un abrir y cerrar de ojos, se puso 9-0 con cinco puntos consecutivos del internacional argentino.

Al descanso se llegó con el Real Madrid como claro dominador, con una diferencia abismal en valoración (43-13), rebotes (27-15) y marcador parcial (34-20) y con un Valencia que no tenía su tarde, falto de frescura y con mucho por mejorar si pretendía luchar por un billete en la final.

Nada cambió en la reanudación. Todo lo contrario. El Real Madrid sumaba en cada acercamiento y hacía imposible la resurrección valenciana. Con un arranque frenético, cuatro minutos le bastaron a los blancos para superar la barrera de los veinte puntos y obligar a Jaume Ponsarnau a parar el partido para evitar que fuese demasiado tarde (52-31, min 24).

Randolph exhibió su buena muñeca, Campazzo su inteligencia y Tavares el poder intimidatorio que asusta a todo aquel que se atreve a plantarle cara. Con el 62-39 que subió al marcador el base argentino a trece minutos del final, la semifinal quedó vista para sentencia.

PASEO DEL ANFITRIÓN / La asfixiante defensa exhibida y el trabajo coral de un grupo liderado por un Jaime Fernández en estado de gracia bastaron al Unicaja para desarbolar al MoraBanc Andorra y, de paso, obtener su billete para su tercera final de Copa del Rey.

La calidad individual de un Alberto Díaz que sigue deslumbrando con su juego y, especialmente, de un Jaime Fernández que desarmó a su exequipo, junto al descomunal trabajo defensivo de todo el grupo permitió a los anfitriones ir construyendo desde el inicio un triunfo que encarrilaron en una primera parte casi perfecta. El choque estaba ya muy desequilibrado al descanso (48-30), una tónica que no hizo más que agravarse después del regreso de vestuarios.

Jaime Fernández que antes del descanso ya sumaba 15 puntos, tres asistencias, dos rebotes y 20 de valoración en solo 11 minutos sobre la pista, se bastó para desarbolar a un irreconocible equipo andorrano que se vio incapaz de superar la tela de araña tejida atrás por los hombres de Luis Casimiro.

Porque solo hubo un equipo sobre la pista en esos dos primeros cuartos. Los cajistas, que llegaron a ganar por 23 puntos, se fueron al descanso con medio billete para la final en el bolsillo (48-30) tras borrar del mapa a su rival como reflejaba la valoración de ambos al irse a vestuarios (63-20) o la estadística de rebotes (19-9).

El tercer cuarto el panorama pareció cambiar. Clevin Hannah empezó a dar muestras de su calidad y redujo la brecha a una docena de puntos en poco más de tres minutos. El Unicaja parecía atascado y Luis Casimiro volvió a recurrir a Alberto Díaz.

Ahí acabó la reacción andorrana porque el polaco Adam Waczynski, con dos triples providenciales, volvió a impulsar a los andaluces en el ecuador del tercer periodo (61-40).

Los del Principado lo intentaban, pero carecían de la frescura y el acierto que exhibieron en el partido de cuartos frente al Iberostar Tenerife y a los diez últimos minutos se llegó con todo casi decidido y la afición malagueña celebrando por adelantado la clasificación para su tercera final copera (68-49, min 30).

El último cuarto apenas tuvo historia. Mientras los locales disfrutaban con la tranquilidad que les daba el marcador y aprovechaban para dar minutos tras su lesión a un Melvin Ejim que aportó buenos minutos y 15 puntos, los andorranos seguían fuera de partido.

La fiesta terminó con el 92-59 final. El MoraBanc se va de Málaga con la cabeza bien alta y el Unicaja ya sueña con repetir el triunfo de 2005.