La final del torneo alevín de LaLiga Promises no pudo ser más emocionante. No solo por la remontada del Real Madrid sobre el Sevilla (3-5), sino por quién encabezó esa reacción. Su nombre y apellido no engañan: José Reyes, el hijo del malogrado José Antonio Reyes, exjugador del Extremadura y precisamente también del Madrid y del Sevilla, que anotó cuatro goles. Siete meses después de la trágica muerte de su padre en accidente de tráfico, el alevín puso un nudo en la garganta de todos los espectadores, entre ellos su madre y su abuelo, presentes en Abu Dabi.

El destino diseñó un guion increíble para un chaval de 12 años (los cumplió en octubre) que debe estar sumido en un carrusel de emociones. El año en el que ha perdido a su padre acaba con la gloria deportiva en una final que enfrentó a dos de los equipos en los que militó. «¡Solo tú y yo sabemos cuánto nos queríamos! ¡Sé que desde el cielo me cuidarás y yo nunca te voy a olvidar!», escribió el chico en las redes sociales tras su muerte.

FICHADO DEL LEGANÉS / José podría haber disputado el partido con cualquiera de la dos camisetas. El chaval militaba en Leganés y tras la tragedia familiar tanto el Madrid, que ya le seguía los pasos, como el Sevilla estuvieron muy atentos a él. A las dos semanas del fatal accidente, disputó con el Lega otro torneo de la Liga en Vila-real y anotó un gol largamente aplaudido por la grada tras un emocionante silencio. Después, ingresó en La Fábrica.

Justo antes del pitido inicial, el Sevilla entregó al chaval una camiseta del club hispalense con el dorsal de su padre en recuerdo de un jugador ya mítico en el Pizjuán. La emoción no pareció amilanar al chico, que se erigió en protagonista también con el balón en juego.

MVP Y ‘PICHICHI’ / El Sevilla se puso pronto 2-0, pero Reyes, con el 7 a la espalda, tenía mucho que decir. Justo antes del descanso, estuvo atento para meter el pie y rematar un balón sin dueño. Un gol de listo. El tercero del día, pues por la mañana le metió dos al Villarreal en semifinales. En la segunda mitad anotaría tres en siete minutos: de penalti (provocado por él tras controlar de espuela), de falta y de jugada personal. Una actuación total. No solo fue máximo goleador del torneo, sino también MVP.

Sus familiares no pudieron contener las lágrimas, a diferencia del chaval, muy contenido tras cada gol. Apenas se le vio señalar al cielo y dibujar un corazón con las manos a su madre. Nadie sabe qué estaría pasando por su cabeza, pero la tímida sonrisa con la que recibió los premios resultó reconfortante.

El Madrid revalidó la corona y deshizo el empate a siete títulos con el Barça en este torneo, que comenzó a disputarse en 1996 en Arona. Convertido ya en un clásico de estas fechas, la historia de Reyes resulta un conmovedor cuento de Navidad.