Ha sido una larga condena para Luis Suárez. Una condena de redención para el delantero del Barça. Ha estado 640 días sin jugar con Uruguay, el país que lo tiene convertido en "un símbolo", según explicó el seleccionador Óscar Tabárez, feliz de reencontrarse casi dos años después con el jugador que dio elmordisco a Chiellini en el Mundial de Brasil, expulsado del fútbol como si fuera un "delincuente", según denunció el mismo Suárez. Pero retorna ahora transformado en un personaje planetario por su mágica sociedad con Messi y Neymar, a quien se enfrentará el viernes precisamente, tras lograr durante esta condena los títulos que nunca tuvo (cinco con el Barça en apenas 14 meses) y el reconocimiento que siempre buscó: es el mejor 9 del mundo.

Lo es. Y se le mira así tras firmar 43 goles en 43 partidos esta temporada. Hace 640 días se le miraba como un apestado con nueve partidos de sanción y el mayor castigo que pudo imaginar: no acercarse a un campo de fútbol, lo que obligó, por ejemplo, a que tuviera que entrar por una esquina secreta de la ciudad deportiva de Sant Joan Despí para conocer lo que sería su nueva casa o colarse en el Camp Nou de forma también furtiva para firmar su contrato con el Barça del que solo hay una prueba: la foto que sacó Pere Guardiola, su agente, con el teléfono móvil. "Me trataron peor que a un barra brava. Es algo inexplicable, nunca lo voy a entender, me seguían por todos lados", denunció después de su condena Suárez, quien rechazó luego una extraña invitación de la FIFA.

EXTRAÑA INVITACIÓN

Pese a ser uno de los mejores del mundo en el Barça de Luis Enrique que iba batiendo todos los récords (y los sigue batiendo), el exdelantero del Liverpool no fue nominado al Balón de Oro. La FIFA, excusándose en que había sido el mejor jugador del Mundial de clubs de Japón, le invitó inesperadamente a la gala de Zúrich. Suárez, claro, se negó a asistir a esa fiesta, a pesar de que sabía que se iba a perder el quinto Balón de Oro de Messi, su nuevo y gran amigo.

Tras un irregular inicio en el Barcelona, confinado en sus primeros meses a la banda derecha, soportó críticas duras. "Suárez no está gordo, no lo estuvo nunca, está en su peso", llegó a gritar Luis Enrique poco antes de su debut en el Bernabúe (octubre del 2014) para defender a su delantero centro, a quien Messi susurró en el césped que volviera al centro del ataque.

De manera voluntaria, Leo retornó a la banda, como si fuera la época de Rijkaard, y Luis devolvió la figura del nueve tradicional al moderno Barça (noviembre del 2014, un mes y un día más tarde de su estreno contra el Madrid). Encajado también tácticamente el puzle por Luis Enrique, todo fluyó con naturalidad y Suárez, ese "barra brava" para la FIFA, inició el camino hacia la redención como futbolista. En Brasil, tras morder a Chiellini (24 de junio del 2014 en Natal), empezó su larguísima condena. En Brasil, y ante la seleçao de Neymar ("es un chico muy alegre, disfruta muchísimo", como lo definió Suárez en una entrevista al diario uruguayo El País), se sentirá, al fin, libre: viernes 25, Recife.

Tras esa larga espera, y antes incluso de que hablara con él, el Maestro Tabárez, así le llaman hasta los jugadores, quiso lanzar un mensaje. "Como ya ocurrió en el Groningen, Ajax y Liverpool, Luis ha conquistado muchas cosas. Y hasta ha incorporado cosas al Barcelona. Muchos, muchos, muchos decían que es un jugador para el Madrid. Quizá tenían razón, pero él superó ese desafío. Sé que tras casi dos años de no estar en la selección debe tener muchas emociones, pero solo queremos que piense en el fútbol. Pasaron cosas y ahora aspiramos a que no vuelva a ocurrir nada. Reconozco lo simbólico que es Luis para la gente de este país, pero debe estar muy fresco de cabeza. Más allá de la madurez, él debe tener también mucha ayuda. Y se lo digo a ustedes antes que a él", comentó el seleccionador.

Feliz y tranquilo ha vuelto Suárez. "Que lindo es esto. Cómo extrañaba los mates", tuiteó ayer el azulgrana en la vuelta a su país.

Entrará, como siempre, con el pie derecho en Recife, besará los tatuajes de su mujer y sus hijos si marca un gol y luego se acordará de Walter Manosanta Ferreira, el fisio que logró una utopía en el 2014. «Era imposible llegar al Mundial, me decían. Pero él me transmitió la poca energía que le quedada. No me puedo creer que no esté con nosotros", afirmó Suárez sobre el hombre que suspendió su tratamiento contra el cáncer en el verano del 2014 para recuperarle. A él le dedicó sus dos goles a Inglaterra, cinco días antes de morder a Chiellini. Murió Manosanta el pasado mes de enero sin poder volver a ver a Luis con la celeste.