Un puntito, tan solo uno le ha sacado Kimi Raikkonen a Lewis Hamilton y Fernando Alonso. Un puntito que vale un Mundial. Una de las temporadas más igualadas concluyó con el final más apretado de la historia. Y en esa batalla tan pareja, tan al límite, tan estresante, ganó el equipo más organizado. Ante la discusión, la polémica y los escándalos de McLaren, Ferrari ha impuesto la lógica y el trabajo en equipo.

Y esa diferencia supo aprovecharla Raikkonen para ganar, aunque a última hora se desató un inesperado suspense. La investigación de la FIA a BMW y Williams desató la incertidumbre ante una maquiavélica carambola que podría haber dado el título a Hamilton. El último show de un circo que se decide tanto en las pistas como en los despachos.

Tras dos años en los que rondó el título (2003 y 2005), Raikkonen encontró el premio para dar brillo a su talento. Solo Juan Manuel Fangio había sido capaz de ganar en su primer año con Ferrari. El finlandés, fichado para cubrir el enorme hueco que dejó Michael Schumacher --cinco títulos consecutivos con la Scuderia-- ha respondido a las expectativas. Solo ha cometido un error, un accidente durante la calificación del GP de Mónaco. Los abandonos por avería en el GP de España y el GP de Europa le retrasaron hasta perder casi el contacto con los McLaren, pero en un fin de temporada genial ha dado a Ferrari lo que le pidieron a cambio de un contrato de tres años y 30 millones de euros por temporada: un título y la ilusión de contar con un supercampeón como Schumi.

UNION CON MASSA "Incluso en los momentos más difíciles nos hemos mantenido unidos y nunca hemos tirado la toalla", dijo Raikkonen tras un día "asombroso que me ha hecho feliz". Y de esa unión puede dar fe Felipe Massa. El brasileño le cedió el triunfo en Interlagos, la única forma de que pudiera ser campeón. "He trabajado para el equipo porque este equipo ha hecho mucho por mí", dijo el brasileño, al que Ferrari renovó cuatro días antes de la carrera de Brasil.

Alonso se presentaba en la parrilla del GP de Australia como el gran rival de Raikkonen en la lucha por el título. Como el finlandés, iniciaba su andadura en un equipo nuevo, en una escuadra capaz de hacer un coche ganador. Pero Alonso jamás disfrutó en McLaren del trato que Raikkonen recibió en Ferrari. Ni querido, ni valorado. Mucho peor, ninguneado, criticado y saboteado.

"El equipo presume de igualdad de trato, pero eso es imposible", se ha quejado siempre Alonso. Y esos pequeños detalles siempre favorecieron a Hamilton. El equipo apostó por su joya, por su chico, y borrachos de gloria por el liderato del inglés desde el GP de Canadá, llegaron a olvidar de que era un novato.

LA FRUSTRACION Ya no será el primer rookie campeón, ni siquiera ha superado la marca de Jacques Villeneuve, que en su primer año también ganó cuatro carreras y fue subcampeón del mundial. Pero lo peor es que la apuesta de McLaren le ha dejado sin los dos títulos. "No he perdido el campeonato aquí", dijo ayer Alonso, y recordó como ejemplo "los puntos que se me fueron en Hungría". No hacía falta ser más explícito. En ese gran premio logró la pole pero la actitud de Hamilton contra él y el equipo derivó en una surrealista sanción de la FIA restó cinco puntos a Alonso.

De aquel convulso fin de semana en Hungría salió la llamada del propio Ron Dennis a la FIA advirtiendo que Alonso y De la Rosa podían tener información sobre el espionaje que finalmente costó a McLaren el campeonato de constructores. Allí comenzaron también a perder el de pilotos. Desde entonces, Alonso sufrió presiones incorrectas en las calificaciones de Japón y China. El piloto dio a entender que sufrió sabotajes y la situación se deterioró más. Ron Dennis aguantó el chaparrón de críticas aferrado al liderato de Hamilton, a su ventaja, nada menos que 12 puntos sobre Alonso y 17 sobre Raikkonen.

Hamilton había vivido hasta entonces bajo el caparazón de novato, tras la coraza del que no tiene nada que perder. Pero la situación se invirtió en China. Abandonó por un error de pilotaje y dejó escapar la primera ocasión. Ayer, de nuevo, fue presa de los nervios, de la inexperiencia y arriesgó donde no tenía nada que ganar y podía perderlo todo. Cegado por la rabia de ser adelantado por Alonso, intentó una maniobra imposible y se fue a la grava, donde regresó último con casi todas sus opciones esfumadas.

"Estoy muy contento por ser segundo en mi primera temporada. No esperaba llegar a tanto y sé que habrá más oportunidades para ser campeón", dijo el inglés. Igual le habría ido mejor si él, y sobre todo, Ron Dennis hubieran pensado así de principio a fin. Pero el patrón de McLaren apostó por el caballo equivocado. "No estoy feliz porque no he ganado", dijo Alonso, a quien le queda la satisfacción de llevar la razón en todo este asunto. Ya advirtió hace meses que Ferrari podía ganar si McLaren se empeñaba en no darle estatus de número uno. "Me siento bien con el trabajo hecho, he intentado ser lo más profesional todo el año". Es el consuelo que le queda.