Hacía ocho años que Ñete Bohigas no daba una rueda de prensa en el Pabellón Multiusos como entrenador local. La última fue en mayo del 2005, tras el tercer encuentro del 'playoff' de cuartos de final ante el Fuenlabrada, dirigiendo al extinto Cáceres. Su regreso a la sala de prensa, desde luego, no resultó intrascendente, ni basado en tópicos. La crítica y la autocrítica imperaron. Estaba enfadado, sin matices.

"No hemos hecho el baloncesto que quiero y que podemos hacer", denunció. "Falta mucho que mejorar en aspectos colectivos. Y además, es más importante conocer tus propios defectos que lo que haces bien, algo que no creo que hayamos conseguido", agregó.

Aunque aclaró que siempre es preferible ganar que perder, "aunque sea jugando así", también dejó entrever que la derrota no le hubiese venido mal del todo a algunos de sus jugadores "para que supiesen que esto no nos va a ser fácil".

Bohigas dijo abiertamente que el Avila "sabía a lo que jugaba y nosotros, no" y que "hemos ganado gracias a las individualidades, no al juego de equipo". Lamentó de paso que, por lo general, sus jugadores sean "jovencitos" y que entre Garfield Blair, Kelsey Williams y Javier Carter acumulasen quince pérdidas de balón (cinco cada uno).

"Estamos en un proceso de aprendizaje, pero no quiero trampear. Esto es cinco contra cinco", reiteró, soltando tres adjetivos sobre la defensa de los suyos: "mal, fatal, horrorosa". "Para ganar siempre hay que sufrir", apostilló, interesando en dejar clara la diferencia entre ser "crítico" --como opina que es él-- y "catastrofista".

Para completar la imagen paradójica, su oponente en el banquillo rival, David Mangas, ofreció una lectura positiva a la derrota de lo suyos. "Venir a una cancha como esta, contra Cáceres, y competir hasta el último momento es un orgullo", resumió, considerando clave la diferencia en el rebote.