Ya está. Ya se ha decidido. El mejor ha escogido bueno conocido antes que malo por comprobar (Toyota), que poderoso por experimentar (Red Bull), y que fantástico por adivinar (Honda). Ahí está él contra todos. Porque, en teoría, todos, todos, tienen más que él. Y, sin embargo, todos le temen. Porque saben que puede hacerlo bien incluso teniendo menos presupuesto, menos equipo, menos fábrica, menos tradición, menos chasis y menos motor que ellos.De haber podido, de no haber tenido copados todos sus compromisos, incluso los mejores, como Ferrari o BMW (la posibilidad de regresar a McLaren fue un invento más, como ese que publica hoy el Times de que va a cobrar más que nadie en la parrilla de F-1), le hubiesen hecho una oferta. Todos en la parrilla saben que Fernando Alonso es, hoy por hoy, el mejor piloto. No el más joven (Lewis Hamilton) ni el más rápido a una vuelta, o a dos, o a tres (Kimi Raikkonen), el más completo, el muchacho capaz de construir un equipo a su alrededor, de motivar a toda una escudería, de dirigir a unos ingenieros, de plantear la estrategia ideal para 60 vueltas y alcanzar la victoria, dos años seguidos, como ocurrió en el 2005 y 2006, sin el mejor coche, pero teniendo el mejor paquete.Alonso, que si hubiese querido solo ganar se habría comido todos los sapos del mundo para quedarse en McLaren-Mercedes, que si hubiese deseado cobrar más dinero se habría ido a Toyota, ha preferido volver junto a la gente que le mostró su cariño y que supo ofrecerle un coche con el que él acabó coronándose bicampeón. Renault no es ni la marca más poderosa, ni la escudería más rica, pero, como el joven asturiano, lo tiene todo, todo, para poder pelear por el podio. ¿El título? Hay que ver los coches en la pista, a finales de enero, para saber si el monoplaza francés está listo para ganar.Segundas partes pueden ser buenasHay quien, echando mano del refranero, asegura que nunca segundas partes fueron buenas. E, incluso, quien adivina en Nelsinho Piquet, el hijo del tricampeón del mundo brasileño, otro Lewis Hamilton, es decir, otro rookie que puede amargarle la vida. Todo es posible, pero es evidente que si Alonso quería intentarlo, es decir, pelear por el podio en el 2008, solo Renault le ofrecía esa posibilidad. Las otras opciones, llámense Red Bull (dinero, proyecto, pero escasa tradición), Toyota u Honda, poseen un perfil o bien de aventura o bien de apuesta de futuro. Es seguro que, como en el caso de Ferrari, Alonso ha pensado que ya tendrá tiempo de correr para ellos. Porque todos, insisto, todos, saben que Alonso es el mejor. Por eso, cuando las dos grandes marcas japoneses tengan un bólido ganador y no tengan quien lo pilote, irán a por él.A 10 de diciembre del 2007, todos los buenos son mejores que él. Ferrari (Kimi Raikkonen y Felipe Massa), McLaren-Mercedes (Hamilton y --¡ojalá!-- Pedro Martínez de la Rosa) y BMW-Sauber (Nick Heidfeld y Robert Kubica) parten con ventaja sobre Renault. Pero esto no es como empieza sino como termina. La primera carrera será el 16 de marzo en Melbourne (Australia). Meses después acabará todo. Es de suponer, esperar y desear que si Flavio Briatore ha cumplido con la misión que le encomendó hace un mes Carlos Ghosn, presidente de Renault, logrando el dinero para sufragar la cuantiosa ficha de Alonso, el poderoso presidente de la marca francesa cumpla ahora su parte del trato: poner el dinero y medios para que la escuderia ING Renault F-1 ofrezca al bicampeón asturiano un coche que, poco a poco, le vaya acercando al podio. El resto es cosa suya. Como siempre.