Puestos a rebuscar entre los escombros a los que la FIA y sus comisarios redujeron el Gran Premio de Europa, removiendo entre los cascotes de la carrera de Valencia, solo un piloto salió indemne, ileso, Sebastian Vettel. Su triunfo es lo único incontestable de una madeja de incidentes, sanciones, indolencia e incapacidad federativa que Fernando Alonso calificó como "resultado manipulado". La entrada del coche de seguridad le relegó a la octava plaza cuando tenía el podio en el bolsillo. Lewis Hamilton, en cambio, salió beneficiado por adelantar contra el reglamento y escaló hasta el segundo puesto del cajón que le mantiene al frente del Mundial.

MANIPULACION Valencia desnudó otra vez las mugrientas grietas de un deporte que no puede o no quiere clarificar las reglas. Cuando el infractor saca ventaja el Gran Circo deja de ser entonces un espectáculo maravilloso, lleno de emoción, pasión, tecnología y glamour, para convertirse en un fraude. Es la F-1 que se podía ver desde el tercer piso de un desvencijado edificio del barrio de Nazaret, donde la familia boliviana Ricardo Chávez comía "chicharrón" al paso de los Fórmula 1. Qué les van a contar a ellos de igualdad, tecnología y glamour .

"Lo siento, sobre todo, por las 80.000 personas que han venido a ver un espectáculo y han visto una carrera manipulada", lamentó un Alonso, dolido, defraudado porque en el camino al título Hamilton le comió un buen puñado de puntos (15) con un comportamiento fuera del reglamento.

Todo comenzó en la vuelta ocho, cuando Mark Webber, que había pasado de segundo a octavo tras una mala salida, cambió su estrategia y se detuvo a cambiar ruedas. En su regresó a pista se encontró a Heikki Kovalainen. El finlandés peleó su posición con un coche cinco segundos más lento. "Sabía que pelearía, pero no me esperaba que frenara tan pronto. No le culpo", dijo Webber que salió literalmente volando al subirse por la rueda del Lotus. Valencia se estremeció al ver el Red Bull invertido, al sentir el golpe contra las protecciones. El australiano sorprendentemente ileso del coche. Los comisarios tardaron aún una vuelta en dar entrada al coche de seguridad seguido del coche médico. "Mi objetivo es siempre salir delante del coche que va primero en la carrera, pero cuando me dieron la orden de salir ya no pude llegar", explica Bernd Maylander, el piloto del coche de seguridad. Así que cuando irrumpió en la pista rompió la carrera del todo. No llegó a salir por delante de Vettel, y cuando Hamilton vio la escena, ralentizó la marcha. Es imposible juzgar su intención, pero tal parecía que quería retrasar a Alonso (tercero tras una buena salida por la parte sucia) para cortar al asturiano tras el coche de seguridad. Es difícil calcular con tanta precisión, así que después de ralentizar a Alonso, aceleró como un diablo pero llegó tarde. El coche de seguridad ya había salido del pit y el reglamento prohibe expresamente adelantarlo, pero Hamilton lo hizo igualmente. "No recuerdo muy bien el momento. Se qué cuando vi el coche pensé que yo estaba por delante, eso es todo", se disculpó el inglés.

RECLAMACION Entonces Alonso llamó por radio a su ingeniero Andrea Stella. "¿Qué pasa con Hamilton, que dice la FIA?", el preguntó a su ingeniero. "No lo sé", le contestó. "Pues llama ahora a Charlie Waithing y pregunta. No sé qué otra cosa tienes que hacer", le dijo con rabia. Apesadumbrado, Setella pulsó el botón de la FIA y preguntó al responsable por la acción de Lewis Hamilton.

De no ser por Alonso, no lo hubieran investigado. Aún así tardaron 20 vueltas, 35 minutos en castigarle con un paso por boxes. Una auténtica eternidad. Y en ocasiones la incapacidad manifiesta tiende a confundirse con la mala fe. El caso es que a Hamilton le dio tiempo a abrir hueco en esas 20 vueltas con el Sauber de Kamui Kobayasi (tercero porque no se había detenido a cambiar ruedas), para regresar de la penalización en el segundo puesto.