Ernesto Valverde ya está en la calle y Quique Setién tomará su asiento el domingo en el banquillo del Barcelona para debutar ante el Granada. Ha sido un relevo con tan poco tacto, que no solo tiene aire histórico (Bartomeu es el primer presidente en los 17 últimos años que despide a un técnico en mitad de temporada) sino que, al mismo tiempo, resulta caótico porque erosiona la imagen del club. Un relevo con malos modos, hasta el último instante.

En menos de 100 horas, la directiva, siguiendo el plan diseñado por el presidente, echa al técnico que ha ganado dos Ligas, y va líder en esta empatado a puntos con el Madrid, tras recibir la negativa de dos símbolos del barcelonismo como Xavi y Koeman. Ambos coincidieron en que no era el momento ni tampoco la forma adecuada para ocupar la silla del extremeño.

El comunicado llegó más tarde de lo previsto porque el club no llegaba a un acuerdo en la rescisión del contrato de Valverde cuando ya tenía elegido a Setién.

Por eso, se demoró el anuncio público ya que la directiva había decidido que no había ninguna comparecencia. Bartomeu y Eric Abidal, el secretario técnico, explicarán hoy la postura del club para justificar tan .

Pero Bartomeu entró en combustión tras la derrota en la Supercopa de España. El gol de Correa obró un efecto diabólico en el club, superior incluso a la eliminación de la Champions contra el Liverpool. Se llevó por delante a Valverde, a quien renovó hasta el 2021 el pasado mes de febrero, en una decisión que emparenta a Bartomeu con Joan Gaspart, el último dirigente que destituyó a un técnico. Era enero del 2003. Aquel Barça de Van Gaal iba a 20 puntos del líder, la Real Sociedad, pululando por la zona oscura de la clasificación, instalado en el duodécimo lugar.

DESPIDO EN DIFERIDO / Valverde, en cambio, transitaba por el primer puesto, además de colocar con solvencia al equipo en los octavos de final de la Champions. Pero estaba despedido desde hace tiempo, desde que caía eliminado en Anfield, agravando aún más la herida abierta en Roma. En realidad es un despido en diferido, que llevan la tortura europea como eje principal.

No lo hizo Bartomeu en junio pasado y sí lo hace en enero, repitiendo así la fórmula que utilizó Ramón Mendoza cuando echó a Antic y puso a Beenhakker (enero de 1992). No soportó entonces el presidente blanco la presión de Cruyff y precipitó el relevo, con consecuencias fatales porque el Dream Team ganó aquella Liga. Bartomeu intentó ser como Núñez y acabó siendo como Gaspart. Bartomeu buscó en una pirueta de última hora traer a Xavi para relevar a Valverde quitándole a la oposición uno de sus grandes activos ya que el excapitán está vinculado desde hace meses al precandidato Víctor Font.

LA OCASIÓN DE SU VIDA / Quiso Bartomeu actuar como Núñez cuando en 1988 le ‘robó’ a Cruyff al Grup D’Opinió Barcelonista (GOB). Y, al final, usó el manual de despido de Gaspart, acudiendo a Quique Setién, al que firma un contrato de temporero: apenas cuatro meses. Pendiente, por lo tanto, de Xavi o Koeman. A los 61 años, y tras dibujar una carrera deportiva lejos de la gran elite, pero avalado por el buen gusto de su estilo futbolístico, el cántabro entrará en el vestuario del Camp Nou para gestionar por vez primera un grupo de ese nivel.

Es un escenario nuevo para todos. Para él, especialmente, y para los propios jugadores, que lo mirarán con expectación para ver si es capaz de alterar el ecosistema táctico, al tiempo que agitaría las zonas de confort.