Diviértete. La vida es demasiado grande para jugarla en pequeño». Es la reflexión que Garbiñe Muguruza tiene escrita en la cabecera de sus redes sociales. Es su inspiración en su forma de vivir y sobre una pista de tenis. Aventura y riesgo. Así conquistó Roland Garros y Wimbledon y con esa actitud quiere conquistar otra vez la cima de un Grand Slam en Melbourne en la final de este sábado (9.30) ante Sofia Kenin.

Muguruza decidió hacer un reset hace unos meses. Quiso acabar con la rutina de una relación de amor y odio que tenía con su entrenador Sam Sumyk. «Logramos cosas increíbles juntos, pero necesitaba una voz diferente, otra energía», explicó sobre su divorcio deportivo con el técnico galo.

ASCENSO AL KILIMANJARO / Y antes de comenzar su intensa pretemporada con Conchita Martínez, quiso vivir una experiencia personal diferente. Una aventura para sentirse viva y renovada. Por unos días, Muguruza cambió las raquetas por los crampones y marchó a Tanzania con un amigo para escalar el Kilimanjaro, la montaña más alta de África (5.895 metros).

«Fue algo muy diferente a lo que hago. Un desafío muy difícil. Escalar una montaña. Ahí sólo estás tu y cuando alcanzas la cima, no hay copas, ni reconocimientos, ni ninguna foto, allí arriba no hay nada. Solo la felicidad de haberlo conseguido», dijo de su experiencia al llegar a Melbourne.

En el camino de ascenso al Kilimanjaro, durante cinco días, Muguruza escaló acantilados, vadeó ríos helados y pasó noches muy frías. Nada que ver con sus aventuras navegando, haciendo surf, esquiando o visitando ciudades del mundo entero, siempre en hoteles de cinco estrellas. «Me gustó la experiencia de verme en medio de la nada y solo pensar en seguir escalando», explicó.

MÁS FUERTE / Ese reto le dio otra visión de la vida. Física y mentalmente la ha hecho mejor. Después de conquistar el Kilimanjaro, Muguruza se siente preparada para recuperar el tiempo perdido tras más de dos temporadas que le han hecho caer hasta el puesto 32 del mundo, tras haber sido la número 1 en septiembre del 2017.

Entrenar se había convertido en una obligación. No se divertía en la pista y perdía con rivales inferiores. El año pasado solo ganó un título, a principio de temporada, en Monterrey. Las cámaras captaron sus peleas con Sumyk en varias ocasiones. Muguruza no encontraba el camino. Por eso optó por cambiar a casi todo su equipo y volver a llamar a Conchita Martínez.

Llegar a la cima en Australia es el primer reto de esta nueva Muguruza que se siente fuerte para volver donde estaba hace dos años.