Comenzó el año pasado una extraña relación que, en parte, animó la carrera. Dos amigos peleando por el Tour, lo nunca visto, el contrapunto a décadas de rivalidad sin cuartel, de pedaleo con el cuchillo en la boca, de Jacques Anquetil frente a Raymond Poulidor, de Eddy Merckx contra Luis Ocaña, de Bernard Hinault ante Laurent Fignon, de Miguel Induráin con Claudio Chiappucci o de Lance Armstrong y Jan Ullrich.

Dos amigos que casi siempre se esperaban en el 2010 cuando a uno de ellos le ocurría una adversidad, salvo la famosa avería del salto de cadena en los Pirineos. La historia continúa... Alberto Contador y Andy Schleck, el duelo ya está aceptado. Hoy comienza el Tour del 2011. Ellos dos, como plato principal (por supuesto, no cárnico) y un elenco de adversarios que se apuntan a la sorpresa: Samuel Sánchez, Cadel Evans, Robert Gesink, Ivan Basso, Bradley Wiggins y Jurgen van den Broeck; un total de siete nacionalidades. Curioso. Ninguno de ellos es francés.

BAJO EL MAR Francia tiene el Tour, el tesoro, la carrera que mueve montañas, crea leyenda y levanta pasiones. Pero le faltan corredores. Hace un año, el primer clasificado local de la general fue John Gadret y acabó en el puesto 19º de la tabla. Sin embargo, sí pueden presumir de cautivar con una carrera que es algo más que una prueba ciclista. Ayer, para comprobarlo, solo era necesario acercarse al legendario Pasaje del Gois, una calzada que comunica la isla de Noirmoutier con el continente, de apenas 4,5 kilómetros de largo y que dos veces al día queda sumergida por las aguas, en razón de la marea alta del Atlántico.

En 1999, una caída masiva, en la que decenas de ciclistas acabaron en el agua, debido a la estrechez del paso, fue determinante en la general. Alex Zülle perdió sus gafas graduadas y, como casi siempre, se vio afectado por el corte. Manolo Saiz, su exdirector en el equipo ONCE, rabioso porque el suizo había fichado por el Banesto, ordenó tirar a los suyos con la clara intención de eliminar a Zülle. Lo consiguió pero no calculó que un estadounidense, que solo anotaba buenos modos, llamado Lance Armstrong, también dribló la caída y, gracias a la estrategia del técnico cántabro, se apuntó el primero de sus siete Tours.

El Pasaje del Gois (una vía al mar que se abrió en el siglo XVIII) inaugura el Tour 2011. A las 00,16 horas de la madrugada del sábado bajó la marea. Los ciclistas cruzarán el paraje a las 13.00 horas, aunque lo harán neutralizados, sin que valga la competición. El suelo es arenoso, con algas, con socavones... Ayer, a las 17.00, en una explanada a apenas 100 metros del Pasaje del Gois, se aparcaban centenares y centenares de autocaravanas procedentes de varios países. Llevan días haciendo guardia, recogiendo sal (de fama mundial), paseando en bici, aguardando que Christian Prudhomme, director de la ronda francesa, baje la bandera roja y autorice el duelo de los amigos, de Contador y Schleck, del corredor que levanta antipatías entre el público francés y del niño mimado de la afición local, que lo ha adoptado como uno más pese a ser luxemburgués.

Contador, en cambio, debe animarse mirando su Twitter. "Cuando llegó al hotel, tras recibir la pitada, tenía ya 700 mensajes de apoyo, muchos de ellos procedentes de Francia", cuentan en su equipo. Schleck sabe que corre en casa, pero detesta que se abronque a su amigo español. "Los abucheos que recibió Contador fueron un gesto feo y no me parecieron bien ni para él ni para su equipo", protestó ayer Andy. Su hermano mayor, Frank, su protector y su mejor arma de ayuda en la montaña, también echó un cable al tricampeón de la prueba. "Contador está aquí en el Tour con todo el derecho y por ello hay que respetarlo". Por el bien de la grande boucle y porque el Tour es más que un club.