El Abierto de Estados Unidos que comenzará el próximo lunes será más abierto, valga la redundancia, de lo que en principio se podía esperar. No será una nueva etapa triunfal en la estratosférica temporada que está protagonizando el serbio Novak Djokovic, el hombre que le arrebató el número uno mundial a Rafael Nadal una vez finalizado el torneo de Wimbledon y que, hasta ayer, solo había sufrido una derrota en los 58 partidos disputados.

Djokovic volvió a morder el polvo en la final de Cincinnati. Bien es cierto que a ello colaboraron decisivamente unas molestias en el brazo derecho que le obligó a la retirada cuando ya perdía por 6-4 y 3-0 ante el escocés Andy Murray, que será el único que llegará a Nueva York con el dulce sabor de una victoria. En cambio Djokovic, lo mismo que el número dos, Nadal, y el tres, el suizo Roger Federer, desembarcarán en Flushing Meadows con el regusto amargo de haber sufrido reveses recientemente.

Djokovic se quedó ayer a un paso del récord de 59 partidos ganados, por solo uno perdido, que había establecido John McEnroe en 1984. Las molestias en el brazo, que ya había sufrido en las semifinales ante Tomas Berdych, acabaron por destrozarle la final ante Murray. El serbio fue atendido por el fisioterapeuta del torneo al final de la primera manga y, mediada la segunda, ya le comunicó al árbitro y a su rival que no seguiría. Fue, la de ayer, la segunda derrota del año de Djokovic, tras las sufrida en las semifinales de Roland Garros ante Federer.

Nadal, en su reincorporación a las pistas tras perder el número uno y la final de Wimbledon, cayó en su primer partido en Canadá (ante el croata Ivan Dodig) y en su tercer partido en Cincinnati, ante el estadounidense Mardy Fish.

Quien también lo intentará, pese a su discreta temporada en el año de su 30 aniversario, es Federer, que en Cincinnati se quedó en cuartos de final (Berdych). El suizo ha ganado cinco Abiertos de EEUU, y fue finalista en el 2009.