El All Star lleva al extremo la doctrina de la NBA: defensas inexistentes y espectáculo a borbotones. El juego de Ricky Rubio se adapta como un guante a las exigencias del guion, como se pudo ver en Houston en la segunda presencia en la gran fiesta de la NBA. El base de Minnesota salió de inicio en el Partido de las Estrellas Emergentes y, en solo un cuarto de hora, ya había repartido 10 asistencias de todos los colores: contra tablero, por debajo de las piernas... barra libre a su creatividad. Su mejor socio fue Kenneth Faried que acabó con 40 puntos. El ala-pívot de los Nuggets fue elegido MVP de un encuentro que terminó con la amplia victoria (163-135) del equipo de Chuck (Barkley) sobre el de Shaq (O'Neal).

"He disfrutado mucho, todo, porque se trataba de eso, de pasarlo bien y lo he conseguido", comentó Ricky tras el encuentro, antes de ensalzar a Faried "Es un ejemplo; cualquier rookie tendría que actuar con la misma garra que lo hace él cuando está en el campo y llegas a la liga. Es la manera de demostrar que quieres hacerte un nombre".

La primera jornada del All Star se completó con el Celebrity Game, en el que Usain Bolt fue una de las estrellas. El atleta jamaicano explotó sus dotes de showman e incluso se colgó del aro.

Además de Faried, Ricky y Bolt, el novato que más dio que hablar en el Toyota Center fue Kidd-Gilchrist. No tanto por lo que hizo sobre la pista (el número 2 del último draft no está teniendo un debut demasiado afortunado en la competición) sino por su revelación fuera de la cancha. El escolta de los Bobcats alimentó el rumor sobre el retorno de Michael Jordan, que hoy cumple los 50. "No me extrañaría que volviera. Aún tiene ese algo especial", apuntó antes de confesar que perdió en uno contra uno con el mejor jugador de todos los tiempos. "Creía que iba a ganar a Jordan. No sé. ¿Cómo iba a perder con alguien de 50 años?", confesó el alero.