En los próximos días la ‘cidade maravilhosa’, Río de Janeiro, sacará fuerzas de flaqueza para repetir el éxito relativo de los que fueron los primeros Juegos Olímpicos de la historia de Sudamérica. En la noche del miércoles, el mítico estadio del Maracaná recibirá la ceremonia de más de dos horas de duración que dará por inaugurados los Juegos Paralímpicos de Río 2016.

Una nueva fiesta “multisensorial” en la que la samba volverá a ser la protagonista y que según su director creativo, Fred Gelli, intentará demostrar a los presentes “la capacidad del mundo paralímpico para inspirar a las personas y desmontar las ideas establecidas”.

EL BAILE DE PURDY

Sin lugar a dudas, uno de los momentos más esperados será el baile de la atleta de snowboard y medallista paralímpica, Amy Purdy, que, pese a haber sufrido una doble amputación de sus piernas a los 19 años a consecuencia de una meningitis bacteriana, se arriesgará a probar unos pasos de ‘samba no pé’ frente a los miles de cariocas que acudirán a la ceremonia en el templo del fútbol brasileño.

Pero la euforia del estreno no podrá ocultar una evidencia que ni las propias autoridades de Río son capaces de disimular: la ciudad no tiene el tiempo, los recursos económicos o los ánimos para volver a albergar un evento de tales dimensiones con garantías.

4.022 ATLETAS DE 160 PAÍSES

Entre el 7 y el 18 de septiembre la capital carioca deberá organizar las 534 competiciones, divididas en 23 modalidades, en las que 4.022 atletas de 160 países se jugarán el oro olímpico a pesar de la polémica ausencia de los 250 atletas de la delegación de Rusia decretada por el Comité Paralímpico Internacional (CPI) y confirmada por el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) el pasado 23 de agosto.

En definitiva, un esfuerzo logístico, económico y humano que acabará por hundir las cuentas de una ciudad arruinada. “Han sido 56 años de Paralímpicos y nunca nos habíamos encontrado unas condiciones como estas”, denunció el pasado mes de agosto el presidente del CPI,Phillip Craven, al enterarse de que muchas de las instalaciones del Complejo Deodoro serán desmontadas debido a la escasez económica y que el Parque Olímpico deberá readaptarse para acoger la mayoría de las competiciones.

Lo cierto es que la situación es de tal precariedad que tanto el ayuntamiento de Río como el gobierno de Brasilia deberán rascarse los bolsillos para aportar los 68,8 millones de euros de urgencia que asegurarán la correcta realización de los Paralímpicos.

Este mismo martes, los primeros recortes en la Villa Olímpica, que apenas contará con 21 de sus 31 edificios en los 11 días de competiciones, han provocado problemas de seguridad importantes. Al parecer, varios ladrones que se hicieron pasar por personal de limpieza accedieron a las habitaciones de miembros del equipo de atletismo español y sustrajeron el dinero en efectivo de algunos atletas y técnicos provocando la reclamación del jefe de prensa del Comité Paralímpico Español, Luis Leardy.

POCAS ENTRADAS

A todo esto se sumará la escasísima venta de entradas y que ya se dejó entrever en los Juegos Olímpicos cuando los estadios vacíos se convirtieron en algo común en las competiciones menos populares. De los 2,4 millones de entradas a la venta únicamente un 33%, en torno a 800.000, fueron vendidas hasta el momento.

Una circunstancia preocupante para la imagen del evento y que los organizadores combatirán con una medida de urgencia: los cariocas podrán comprar pases de 10 reales (3 euros) para visitar el Parque Olímpico de Barra da Tijuca aunque no asistan a las competiciones. Un parche más para unos Paralímpicos que discurrirán en una ciudad que, a estas alturas, no puede disimular su agotamiento por la crisis política, social y económica de Brasil.