Bofetadas había ayer para estar en un palco plagado de personajes mediáticos. Era curioso observar desde fuera la conjunción de egos, vanidades, poder político y económico e intereses varios que confluían en un pequeño recinto que, sin embargo, no contó ayer --por un compromiso en Plasencia-- de la alcaldesa y presidenta de Cáceres 2016, Carmen Heras. Sin ella, lo más de lo más. O, al menos, gran parte de la ´creme´ regional. A ésta se unía, al poco de empezar la segunda semifinal, la pareja estrella de la tarde. La que más interés concitó. Dos estrellas conocidas mundialmente por sus éxitos en un pasado aún caliente.

Entrada triunfal

La expectación que causó la aparición de Alex Corretja y Conchita Martínez hizo que gran parte del pabellón volviera sus ojos hacia el palco, pese a que en la cancha disputaba la segunda semifinal el quinto mejor jugador del mundo. Hubo un pequeño revuelo que tuvo que ser atajado de raíz por el requerido Corretja. El ex-jugador tuvo que atender a las demandas de autógrafos y fotos digitales que le solicitaban un nutrido grupos de niños y padres-acompañantes.

La de Vara no fue tan espectacular. Tiene cara de buen tipo, pero no goza del tirón popular de su predecesor en el cargo. Quizá sea cuestión de tiempo. Lo cierto es que llegó con una mochila llena de buenas noticias deportivas y el habitual corifeo en estos casos. Leonor Flores, consejera de Cultura, Carlos Javier Rodríguez, consejero de los Jóvenes y del Deporte, Emilia Guijarro, secretaria general del los socialistas locales, Alejo Salas, vicepresidente de la Asamblea, los concejales María José Casado o Manuel Lucas... toda una pléyade de cargos relacionados con el poder actual no podían faltar.

Entre ese enjambre socialista, dos personajes disonantes. Felipe Vela quizá no tanto por su relación actual con el gobierno municipal, pero quien sí daba la impresión de ser una pequeña isla ayer era el portavoz del grupo popular, Javier Castellanos. Cuando el poder se te escurre de las manos, los aduladores también cambian de acera, venía a refrendar un antiguo aserto.

Ajeno a disquisiciones locales, Corretja y Conchita reconocían "sentirse muy queridos", en el caso del primero "incluso más que cuando era tenista" y departían amistosamente con todo aquel que se acercaba a agasajarles. Los halagos abren más puertas que el mejor llavero.

Ferrer, mientras, firmaba la final soñada por Felipe Vela. ¿Tendría algo que ver su presencia por la mañana en el Perú Wellness? ¿Ese sitio obra milagros?