El trayecto de rehabilitación deportiva que pretende emprender el brasileño Ronaldinho tras su traspaso del Barcelona al Milán tiene una primera parada a partir de mañana en los Juegos Olímpicos de Pekín, donde intentará recobrar su característica sonrisa, desaparecida en los últimos meses.

Shenyang, ciudad noroccidental china donde la selección brasileña disputará ante Bélgica y Nueva Zelanda los dos primeros encuentros de la primera fase, el primero de ellos mañana a las 17.00 horas (9.00, hora GMT), será el andén desde el que el otrora "crack" de Porto Alegre buscará subirse al tren de su recuperación.

El seleccionador carioca, Dunga, a instancias de la Confederación Brasileña, sorprendió a prensa y afición con la convocatoria de Ronaldinho para Pekín a la vista del paupérrimo nivel exhibido a lo largo del 2008 por el que fuera designado dos veces mejor jugador del mundo por la Federación Internacional (FIFA) y obtuviera en otra ocasión el Balón de Oro.

Futbolista de culto hasta hace apenas una temporada, Ronaldinho ha estado en paradero desconocido deportivo esta campaña, en la que no sólo no ha marcado las diferencias sobre el césped, sino que, con su aparente indolencia y estado de autoabandono ha llegado incluso a desquiciar a la hinchada del Camp Nou, donde pasó de héroe a villano.

Con todo, Pekín no supone únicamente para el interior de Porto Alegre una excelente oportunidad de lograr que se vuelva a hablar de él sólo por sus diabluras sobre el terreno de juego, es también una cita ineludible en la que debe poner su jerarquía y calidad a disposición del combinado carioca en su cruzada para romper con su sequía de oros olímpicos.

Las ausencias de Kaká y Robinho, entre otros, han dejado a Ronaldinho no cómo único argumento de Brasil, pero sí como el faro que debe guiar la nave de Dunga hasta el Estadio Olímpico Nacional de Pekín, donde el 21 de agosto se disputará la final del torneo. El nuevo jugador del Milan contará para ello con la inestimable ayuda de su nuevo compañero en el club lombardo Alexandre Pato y la de Diego, no obstante, Ronaldinho no podrá esconderse tras su estela.

El jugador de Porto Alegre, que antes de la preparación olímpica no comparecía con la "verdeamarelha" desde noviembre de 2007 ante Uruguay, está obligado a protagonizar un papel principal en estos Juegos si no quiere debilitar aún más la fe que en él y en sus posibilidades de volver a ser el jugador determinante que no hace mucho fue conserva su menguada legión de seguidores.

Ronaldinho es consciente de ello y ya ha avanzado que se encuentra en "buenas condiciones" y que jugará "bien" en el torneo. Pekín ofrece además a Ronaldinho la ocasión de sacarse la espina de Sydney 2000, donde la selección "canarinha" que él lideraba cayó en octavos ante Camerún, a la postre campeón tras derrotar a España en la final.

Si bien es pronto para echar las campanas al vuelo, las sensaciones dejadas por Ronaldinho en la fase preparatoria han abierto un hueco a la esperanza y el mismo Dunga ha manifestado estar "contento" con él.

El propio jugador ha señalado que viene a Pekín a por el oro, si bien no será el hipotético título, sino su sonrisa el instrumento de medición más fiable para conocer su estado real. Si vuelve a brillar en su rostro, el regreso de Ronaldinho estará más cerca.