Cuando cualquier aficionado vea la alineación de la República Checa que se medirá hoy con España fijará su atención irremediablemente en dos nombres: Petr Cech y Tomas Rosicky. El incombustible portero, de 35 años, suma 119 partidos con su selección. El centrocampista, de la misma edad, lleva 101, pero es el capitán. Debutó el 23 de febrero del 2000, dos años antes que el meta, y afronta su cuarta Eurocopa (2000, 2004, 2012, 2016).

Las dos estrellas juegan en el Arsenal, aunque el verbo quizá no sea el adecuado. Mientras Cech continúa firme bajo palos y ha disputado 3.780 minutos con el equipo de Wenger este curso, Rosicky solo ha jugado 19 minutos, en la Copa de Inglaterra, además de cuatro encuentros con el filial gunner .

Las lesiones han amargado la vida al talentoso mediapunta, que rescindió su contrato con el club londinense, aunque no piensa retirarse. Estuvo a punto de hacerlo después de un año parado. Lo tenía decidido hasta que una ayuda inesperada le hizo cambiar de opinión. "Recibí muchos apoyos, pero lo que más me impactó fue el mensaje de un niño que estaba en un campamento de Siria. Decía que una de las esperanzas que le quedaban era verme jugar de nuevo. Me conmovió y me inspiró para no rendirme y seguir luchando para no despedirme del fútbol sentado en un banquillo", recuerda el capitán.

Y ahí estará hoy Rosicky para enfrentarse a una de las selecciones que más admira. "Me encanta el fútbol español. En mi historia he jugado con Cesc, Cazorla, Monreal, Bellerín... Siempre me he entendido bien con ellos porque me gusta su estilo. España ha cambiado pero es la favorita. Es un placer verlos", cuenta el alma máter de un bloque que nada tiene que ver con la subcampeona de 1996 o la semifinalista del 2004, en la que ya estaban Cech, el propio Rosicky y figuras como Nedved, Poborsky, Baros y Koller.

En buen momento

El exatlético Radek Bejbl, otras de las antiguas estrellas checas, destaca la importancia del regreso del mediapunta. "Está fresco y se nota. Para nosotros es clave. Con él mejoramos, somos más fuertes".

El capitán checo espera con ganas el debut tras una preparación enfocada a la Eurocopa, sobre todo en los dos últimos meses. No le importó jugar con el sub-21 del Arsenal. Era necesario para demostrar que podía ser útil. Ahora tiene la ocasión de volver a sentirse importante. Puede que sea su despedida. O quizá no.

"Para mí siempre es lo mismo. Estoy enamorado del fútbol. Tengo la misma ilusión de mis inicios. Cuando la pierda, lo dejaré", concluye. Hoy jugará y un niño sirio será más feliz. Seguro.