Sigue siendo especial. Sigue generando pasiones. Sigue siendo el gurú de las dos ruedas. Sigue siendo la mascota, la referencia, el hombre a imitar, a copiar, a seguir, a alcanzar en el Mundial de MotoGP. Y, como no, continúa siendo quien más motos vende, quien más cascos vende, quien más gorras vende, quien más camisetas vende. Su marca VR 36 es ya su mayor negocio. Sin duda.

Valentino Rossi, de 34 años (14 más que Marc Márquez), 105 victorias (59 más que Dani Pedrosa) y nueve títulos mundiales (cinco más que Jorge Lorenzo), continúa haciendo más ruido fuera que dentro de la pista, sigue llamando más la atención por su prestigio, por su nombre, por su aureola, por lo que fue, cómo lo consiguió, a quien ganó y cómo lo ganó que por lo que ha hecho a lo largo de sus desastrosos últimos tres años, dos de ellos en Ducati, a cuyos ingenieros volvió locos de remate durante dos largas temporadas.

Le Mans, circuito amigo

El Doctor no pretende ganar el Mundial. Los colecciona. Antes de empezar esta historia, la de este año, y admirarse de la regularidad de Lorenzo, ser fan de la precisión de Pedrosa y convertirse, lo dijo, lo dijo, en el primer tifosi de Márquez, dijo que ganar una o dos carreras y merodear habitualmente por el podio ya sería un éxito. Y en ello está.

Y, llegado a Le Mans (Francia), los ojos se le vuelven chiribitas, las culebras de los deseos empiezan a cosquillear su estómago, su corazón palpita a mayor velocidad, sus manos dejan de sudar para ser más precisas, sus rodillas se sueltan como palomas y su cuerpo acaricia el asfalto cual bicampeón de Cervera Márquez.

Y es que el trazado de Le Mans es velocidad pura y los mejores recuerdos del peor Rossi de la historia, el que vistió de rojo Ducati (perdón, Marlboro) y logró sus dos únicos podios en sus dos años horribilis : segundo bajo la lluvia en el 2012 y tercero en el 2011. Exito total.

Ganar algún día

"Estamos ahí. Pero ¡ojo! que solo es viernes", dijo ayer Rossi (1.34.173 minutos), que quedó a 0.138 segundos de la pareja de Honda, Pedrosa (1.34.035) y Márquez (1.34.169), superando a Lorenzo (1.34.201) por vez primera en este campeonato. "Acabar un día por delante de Jorge es, para mí, un éxito y psicológicamente un triunfo porque Jorge es el campeón, Jorge es la referencia de Yamaha, mi referencia y pilota de maravilla".

Rossi no habla de ganar, claro, sino de pelear con los chicos de arriba, con los otros tres magníficos . "Soy el único de los cuatro que no ha ganado aún este año, así que debería de espabilar un poco", dice sonriendo y soltando, al final, una gran carcajada. "Es solo la cuarta carrera, aún no estoy apurado", añade Rossi, que entiende que Lorenzo pida mejoras a Yamaha para acercarse a Honda. "Es él quien se acaba la moto, yo aún he de ponerme al día para exigir que la Yamaha mejore, pues aún no me la acabo".

Y es que Rossi sigue siendo lo honesto que era cuando arrasaba. "Insisto, la Yamaha ha de mejorar para acercarse a la Honda, pero yo también he de mejorar para acercarme a Jorge, que es quien mejor pilota nuestra máquina". Suena bien. Y peligroso.

Si Pedrosa fue ayer el más rápido en MotoGP, en Moto2 Redding logró el mejor registro en el mítico trazado del noroeste francés con un crono de 1:38.283, por 1:38.654 del suizo Thomas Luthi (Suter), segundo, y 1:38.660 del español Julián Simón (Kalex), tercero. En Moto3, Alex Rins fue superior a sus rivales y se vio beneficiado por una caída de Maverick Viñales y por la lluvia.