Hay ciertas costumbres británicas que irritan al resto de europeos. Son peculiaridades que los diferencian de otros países y les da ese punto de "rara avis" sofisticados, muchas veces incomprendidos. Conducir por la derecha, enmoquetar cualquier rincón de sus casas o beber cantidades industriales de té a todas horas bajo cualquier pretexto son algunos ejemplos. Sin embargo, hay algo por lo que los ingleses son envidiados sanamente por todos los puristas del deporte noble. El rugby en Inglaterra es actividad de culto. Se respeta, se cuida y, afortunadamente, se lucha para que no exista tanta brecha entre géneros.

Sin ir demasiado lejos, desde enero del 2019 las mejores 28 jugadoras de la selección femenina de rugby tienen contratos a tiempo completo de unas 27.000 libras anuales (unos 30.000 euros). Sin ser sueldos astronómicos, las 'red roses' (como se las conoce en el rugby de selecciones) pueden permitirse vivir de su deporte. Lo que debería ser algo relativamente normal es tristemente un privilegio inusual. La selección inglesa de rugby femenino es la única del mundo que está profesionalizada.

Inversión y patrocinios

Siguiendo la referencia del combinado nacional, la competición de clubs inglesa está dejando de ser amateur. La Premier 15s nació en el 2017 con el objetivo de agrupar a los 10 mejores equipos femeninos del país. La Rugby Football Union destinó unos 2,4 millones de libras (unos 2,7 millones de euros) para profesionalizar la categoría durante tres años. Esto equivalía a 80.000 libras anuales (unos 90.000 euros) para cada equipo. No son cantidades para tirar cohetes, pero era un primer paso. Además, la competición gozó del patrocinio de Tyrrells, una conocida marca británica de patatas chips.

No obstante, con la cancelación de la Liga la temporada pasada a causa del coronavirus, la empresa decidió no renovar el patrocinio. La Premier 15s corría serio peligro. Afortunadamente, a principios de octubre la Rugby Football Union anunció un acuerdo esperanzador con Allianz, la empresa de seguros alemana.

Lejos aún del profesionalismo, el mejor equipo y ganador de las dos primeras temporadas de la competición, el Saracens Women, ofrece contratos de unas 12.000 libras anuales (unos 13.500 euros) a sus mejores jugadoras y un ingreso extra por partido de unas 200 libras. Asimismo, la mayoría de equipos puede incorporar algunas jugadoras jóvenes de otros países, que aprovechan la experiencia para formarse en universidades del Reino Unido.

Las audiencias crecen

Las cifras de asistencia a los estadios también son resaltables y siguen en aumento. En marzo del 2019, un Harlequins Ladies - Gloucester Hartpury fue seguido en directo por 4.837 espectadores.

Hasta ahora, solo un partido de cada jornada de la Premier 15s se retransmitía en directo por la web de Rugby Football Union. A pesar de la poca visibilidad y la poca publicidad de los encuentros, la audiencia combinada de todos los partidos de la temporada pasada llegó casi al medio millón de visualizaciones. Es, por eso, que los equipos sueñan con dar el salto a la televisión. Rocky Clark, una de las mejores jugadoras inglesas de los últimos años, fantaseaba con esta posibilidad en una entrevista en 'Telegraph Sport': "Sería un sueño que la Premier 15s se retransmitiera por televisión. Por lo menos que aparecieran las mejores jugadas. (...) Sería épico."

Mientras la mayoría de las competiciones de deportes minoritarios sufren para subsistir a causa del coronavirus, el rugby femenino, aún con contratiempos y reveses, sigue en auge en Inglaterra. Aunque parezcan malos tiempos para las melés (por lo de respetar la distancia social), jugadoras, equipos, organismos y patrocinadores caminan exitosamente unidas.