Se sentó en el suelo, extendió una bandera de España y otra de Italia, se arrodilló ante ambas, levantó el trofeo y gritó al cielo como un poseso. Fue entonces cuando Fernando Alonso disfrutó realmente de la victoria, delante de todo el equipo, todo, reunido en el paddock , tres horas después. Allí escenificó que es el líder de un gran equipo pero, sobre todo, es el chico que ha devuelto la alegría, la ambición y el carácter ganador a esta escudería que habla, trabaja, sufre, ríe y disfruta como una familia. Por eso "ganar con Ferrari es tan especial", confirma el líder.

Todos trabajan para el equipo, desde los cocineros hasta los pilotos, desde las chicas de prensa hasta los ingenieros. "Ves la felicidad de todo el mundo y recompensa todo el trabajo que han hecho en pretemporada y este fin de semana". Alonso se siente como la última piedra de una gran pirámide de más de mil personas de la que, por fin, forma parte por el empeño de Luca Cordero de Montezemolo. Por eso le dedicó el triunfo al presidente "que ha creído en mí", por eso ofreció su trofeo a "los mecánicos que han hecho un gran trabajo para sustituir el motor en horas".

Aquí todo el mundo arrima el hombro en el mismo sentido. También el tercer piloto, Giancarlo Fisichella. En un mundo tan sofisticado como la F-1, de vanguardia tecnológica, fue el italiano quien desde el box de Ferrari se dio cuenta de lo que sucedía a Sebastian Vettel. Se quitó los auriculares, se asomó al muro y prestó atención al paso del alemán cuando el Red Bull dio síntomas de fatiga ante el acoso de Alonso. "No suena bien, ese motor no suena bien, no va redondo", dijo. Andrea Stella, el ingeniero de Alonso, le creyó al instante. Sabe que el oído del piloto romano no falla. "Vettel tiene problemas de motor", le dijo por radio Andrea a Fernando. La estrategia era "conservar los neumáticos y atacarle al final. Con los blandos apenas podía seguirle, pero con los duros yo era más rápido", reveló el piloto asturiano.

No hizo falta esperar. Los problemas del Red Bull le allanaron el camino. "Para ganar un GP se necesita un poco de suerte, y hoy (por ayer) ha llegado con los problemas de Vettel", confirma Alonso, que sabe que se verá una y otra vez con el alemán. "Hoy por hoy, los Red Bull son más rápidos. Lo han demostrado aquí, en la crono y en carrera. Pero no son los únicos rivales. En otros sitios también irán rápido los Mercedes o los McLaren. Este es el primer paso pero cada mucho camino".

Celebración

Abrazó, uno a uno, a los 60 miembros del equipo presentes en Shakir, también a Felipe Massa. Para su compañero fue el primer achuchón aún con el casco puesto. El brasileño también estaba feliz. Ayer demostró que su grave accidente, las operaciones, los reconocimientos, la recuperación, ya son historia. Es el mismo piloto rápido que antes del GP de Hungría. "Nunca había tenido un resultado tan bueno en la primera carrera de una temporada. Estoy feliz por mí y por el doblete del equipo". Rodeado de sus padres, el brasileño reveló que tuvo problemas de temperatura en el motor y se vió obligado a bajar el ritmo.

Todos, absolutamente todo posaron junto a sus trofeos. También el siempre serio Luca Colajanni, el jefe de prensa, el hombre que nunca se ríe, esbozó una sonrisa de satisfacción. Qué diferencia con el ambiente con la temporada pasada, en la que el equipo de Maranello solo consiguió un triunfo (Raikkonen en Bélgica), alejado de cualquier lucha por el título, hundido en sus propios errores y en el fango al que te arrastra un coche poco competitivo.

El equipo necesitaba de un líder y lo ha encontrado. Alonso precisaba de un coche, de una escudería ganadora, y ya la tiene. "Volver a estar en lo más alto es especial y hacerlo en una escudería tan histórica todavía más. Estoy, seguro, fijo, en el mejor equipo del mundo".

El F10 le permitió sumar su tercera victoria en Bahrein. En las dos anteriores (2005 y 2006) consiguió el título. "Me han recordado que, en los últimos diez años, quien ha ganado la primera carrera se ha llevado el título en ocho ocasiones. Ojalá se cumpla esa estadística, pero queda demasiado. Bueno, queda todo".

Porque seguramente cuando se fue a la cama el sábado su sueño solo llegaba al podio. "Un triunfo es más de lo que esperaba. Ganar la primera carrera cuando llegas a un equipo es una pasada".