Es cierto que Rusia implantó en los últimos años un sistema institucionalizado de dopaje a gran escala, pero no es cierto que detrás de toda esta conspiración estuviera el Estado. Eso se desprende, al menos, de las manifestaciones de la directora general de la Agencia Rusa Antidopaje (Rusada), Anna Antseliovich, reflejadas este miércoles por el 'New York Times'.

"Se trataba de una conspiración institucional", asegura Antseliovich, que niega sin embargo que los dirigentes políticos rusos estuvieran al corriente de todas estas maniobras, desveladas en toda su crudeza por el informe del jurista canadiense Richard McLaren, cuya segunda parte se hizo pública a principios de este mes de diciembre.

El informe, encargado por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), revela que más de 1.000 deportistas rusos de 30 deportes se han beneficiado en los últimos cinco años de la trama de 'blanqueo' de análisis positivos de dopaje, perpetrado sobre todo en los laboratorios de Moscú y Sochi, este último con motivo de los Juegos Olímpicos de invierno del 2014.

El escándalo derivado de las publicación de los dos capítulos del informe McLaren llevó a que más de 100 deportistas rusos no pudieran participar en los Juegos de Río 2016, y que muchas de las pruebas internacionales previstas en suelo ruso hayan sido anuladas, como las de este invierno de biatlón, patinaje y esquí de fondo. Rusia, sin embargo, tiene previsto organizar el Mundial de fútbol del 2018.