Ha pasado de la retirada tras los Juegos de Londres 2012 a subir al podio olímpico cuatro años más tarde. La saltadora cántabra Ruth Beitia demostró en el Estadio Olímpico de Río que hizo bien al desdecirse de su decisión y continuar en las pistas de atletismo al menos cuatro años. De no haber sido así, se habría quedado sin su mejor trofeo, una medalla olímpica, la única que le faltaba en un palmarés que, curiosamente, es más rico en estos últimos cuatro años que en todos los anteriores.

Pero no ha sido una medalla cualquiera, sino un contundente oro. Sí, Ruth, que se retiró temporalmente en otoño del 2012, es la nueva campeona olímpica de salto de altura. Además, la animosa saltadora, a sus 37 años, es la campeona, o el campeón, de más edad en un concurso de saltos olímpico.

Beitia aprovechó a la perfección el momento. Sin las saltadoras rusas, entre ellas Anna Chicherova y Maria Kuchina, sancionadas a título individual o colectivo, la española dominó la prueba de principio a fin gracias a pasar al primer intento los 1,88, 1,93 y 1,97 metros. En esa altura ya solo le quedaban tres rivales. Ella falló los tres intentos sobre 2,00 (el último por muy poco), pero a cada uno de ellos respondieron sus rivales con sendos nulos y, tras fallar sucesivamente la búlgara Mireia Demireva, la croata Blanka Vlasic y la estadounidense Chaunte Lowe, el oro fue a parar al cuello de una exultante Beitia, que lo celebró con la familia, el entrenador y la grada, donde también estaba otra campeona como ella, la jugadora de bádminton Carolina Marín.

UN CUATRIENIO ESTELAR Beitia, ahora sí, se podría retirar tranquila, aunque es probable que aplace el momento porque el atletismo sigue siendo lo que más la llena, más que su formación como psicóloga y su puesto en el Parlamento de Cantabria por el PP. A sus 37 años, ha sido la encargada de salvar el atletismo español (que solo ha conseguido otra medalla, la de plata del recién nacionalizado Orlando Ortega en los 110 vallas) desde su puesto de capitana, como atleta con más larga trayectoria y mejor historial.

Tras ser cuarta en Londres (por detrás de dos rusas, Anna Chicherova y Svetlana Shkolina, y de la estadounidense Brigetta Barrett; las tres ausentes en Río), Beitia consiguió dos títulos Europeos más (2014 y 2016) a añadir al del 2012, y subió al podio en los Mundiales de Moscú 2013 (bronce), además de en dos Mundiales indoor y un Europeo indoor . También ha dominado las dos últimas ediciones de la Liga de Diamante y ha logrado encaramarse a la barrera de los dos metros en varias ocasiones.

"Salté la primera de todas, lo cual era un arma de doble filo, porque si yo fallaba ellas se animaban; en 1,93 hubo una criba importante, pero en 1,97 salté a la primera y ha sido fundamental", señaló.

Beitia confesó que al final de la competición estuvo nerviosa, pero que a medida que fallaron sus rivales la felicidad aumentó. "Cuando falló Demireva dije, se cumplió el sueño, soy medallista olímpica. Cuando cayó Vlasic subí a plata y luego falló Chaunte (Lowe) y sentí que la suerte estaba esta vez de mi lado", apuntó.

Se negó a hablar sobre su futuro. Dijo que competirá en dos reuniones más de la Liga de Diamante (Zúrich y París), en la que va líder de la general de altura, y luego vivirá día por día sin pensar en los Mundiales del verano en Londres ni en nada. "Ahora quiero tomarme una cerveza fría, o dos, y abrazar a Ramón su entrenador Ramón Torralbo, que ha estado todo este tiempo; la medalla olímpica también es suya porque ha sido consecuencia de nuestro trabajo de 26 años", dijo.

"Cuando he subido al podio no sé por qué no he echado las lágrimas, juro que las tengo aquí y tengo unas ganas de echarlas increíbles. He pensado en mi familia, mi gran apoyo, en Ramón, sabía que estaba ahí, y en toda la gente que en los momentos malos ha estado siempre ahí", concluyó, augurando que la medalla de oro no la cambiará.