El sacrificio solicitado ayer a Juan Carlos Ferrero y Tommy Robredo en favor de la decisiva jornada de hoy no acabó con sangre, pero sí con una sangrante victoria de los gemelos Bob y Mike Bryan, la segunda mejor pareja mundial en la actualidad, sobre Tommy Robredo y su circunstancial compañero, Juan Carlos Ferrero. El improvisado doble, inédito desde el Godó del 2003 y que sólo ha ganado 3 de los 15 partidos que ha jugado a lo largo de su carrera, fue barrido de la pista de La Cartuja en una hora y 39 minutos y tres rápidos sets: 6-0, 6-3 y 6-2.

FERRERO, AFECTADO El fin justifica los medios. La presumible victoria de hoy sobre EEUU podría justificar, en último caso, poner a los pies de los caballos a una pareja experimental, desajustada y con uno de sus integrantes, el alicantino, visiblemente afectado por la decisión de dejarle en el banquillo en la primera jornada del viernes. "No creo que ellos lo hagan con mala intención, eso de ponerme o no en el equipo", aseguró Ferrero, hablando del trío de capitanes. "Es una cuestión del interés del equipo", explicó Jordi Arrese, portavoz del G-3 y el capitán que se sienta en la silla en esta final.

"Lo primero que tengo que hacer --añadió Arrese-- es dar las gracias a los dos tenistas que han jugado el doble. A Tommy, por no poder jugar con su compañero habitual, y a Juanca, por pensar en el equipo y dejarse de individualidades. Están dando un gran ejemplo de equipo".

La presión ambiental, sólo consiguió que los hermanos controlaran sus habituales efusiones y sus tradicionales saltos con choque de pecho, que quedó en esta ocasión para la celebración final. Pero no logró afectar en nada la efectividad del juego de una pareja que impresionó por su solidez y su impresionante compenetración, a la que sin duda no es ajena el hecho de que Bob (el mayor) y Mike (que nació dos minutos después el 29 de abril de 1978) sean gemelos y lleven jugando juntos en el circuito profesional desde 1998.

SIN PROBLEMAS Bob, zurdo, y Mike, diestro, impusieron sin problemas su sincronizado juego, compuesto de un potente saque, una volea letal y una intuición especial para saber siempre qué hará su compañero, por mucho que el otro se mueva como un diablo de un lado al otro de la pista. "Jugar contra estos dos chicos es como jugar contra cuatro, aparecen por todas partes en la cancha", resumió con indudable acierto Ferrero. "Sirven muy duro y nunca sabes dónde poner la pelota porque siempre se están cruzando", añadió Robredo. "Más que los hermanos Bryan, creo que hemos jugando contra los hermanos Dalton", remató Arrese.

"No esperábamos tanta paliza, pero no es cierto que hayamos tirado el punto", aseguró el portavoz del G-3, resignado.