Le atacan por todos lados, desde su propio equipo y desde el gran rival, pero Carlos Sainz se mantiene líder del Dakar tras una durísima cuarta etapa, entre Neom y Al Ula de nada menos que 676 kilómetros con un enjambre de rocas traicioneras por todos lados.

«Ha sido la etapa más dura que he vivido en el Dakar», asegura el bicampeón de la prueba el día en el que Fernando Alonso tuvo la suerte en contra, sufrió tres pinchazos y perdió en meta 25 minutos.

La rivalidad entre Sainz y Al Atiyahh marca la última década del Dakar, son los dos pilotos más fuertes de la carrera -tres títulos para el catarí y dos para el madrileño- en un podio de especialistas puros del que nunca, nunca, hay que bajar a Mr. Dakar, a Stephane Peterhansel, con 13 victorias.

Sainz y Al Atiyaah se respetan, se admiran, pero cuando están al volante… El madrileño intentó adelantar en la tercera etapa al catarí durante muchísimos kilómetros, tragando polvo, sin visibilidad, mientras activaba hasta en 20 ocasiones el Sentinel, el sistema por el que se avisa al vehículo que precede antes de intentar el adelantamiento.

Una luz se enciende entonces en el habitáculo y suena una chicharra con el fin de alertar al piloto que va delante para que facilite la maniobra y de esta forma minimizar los riesgos.

EL GRAN TRIUNFADOR / Pero Al Atiyaah hizo caso omiso. Por eso le cayó una penalización de tres minutos, los mismos minutos que ahora pierde con Sainz en la clasificación general tras un etapón de este jeque árabe consagrado al deporte -fue medalla en tiro en los Juegos Olímpicos de Londres 2012- al volante de su Toyota entre pistas y dunas, lo que le permitió entrar segundo con cinco minutos de ventaja sobre Sainz.

El gran triunfador del día fue Stepahen Peterhansel, con dos minutos de ventaja sobre Al Atiyaah y siete sobre Sainz, lo que le aúpa al tercer puesto de la general, a 11 minutos de Sainz.