Carlos Sainz (Mini), líder del Dakar en coches, valoró el salto competitivo que ha dado el buggy de Mini en el último año para estar compitiendo el rally con el Toyota Hilux del catarí Nasser Al Attiyah, último ganador de la carrera.

«A este coche lo daban por muerto muchos hace tiempo y aquí estamos luchando por ganar el Dakar. Personalmente me siento orgulloso por el equipo y por mí», dijo Sainz, que por segundo año compite con el coche del equipo alemán X-Raid, al que ha ayudado a evolucionar. El dos ruedas motrices de la marca alemana se ha mostrado muy fiable durante primera semana de competición, con pocos pinchazos y sin los constantes fallos del sistema automático de inflado y desinflado de los neumáticos que le dejaron fuera de la batalla por el rally en la edición anterior.

«Está claro que hemos dado un salto del pasado Dakar a este. Aquí sí hemos podido mostrar nuestro potencial, pero insisto, la carrera no ha terminado», comentó Sainz.

«El Dakar pasado siempre dije que no habíamos podido mostrar el potencial de la evolución que habíamos hecho en el coche. La última etapa, aunque no fuese muy significativo, la gané yo. Había muchos parciales en los que veíamos que íbamos rápido, pero siempre pasaban cosas», agregó. Valoró además el trabajo que ha hecho para desarrollar este coche igual antes hizo con los buggys de Volkswagen, con el que ganó el Dakar en 2010 y con el de Peugeot, con el que se proclamó campeón del rally en 2018.

El madrileño anticipó que su estrategia para la segunda semana de rally será la misma que la primera «día a día», especialmente durante la jornada de hoy, con el tramo cronometrado más largo, de más de 500 kilómetros. «Es difícil para la gente imaginar lo que estar 500 kilómetros a fondo por un terreno que no conoces. Hacía mucho que no hacíamos especiales tan largas y pueden pasar muchas cosas porque estamos muchas horas encima del coche. Nos vamos a ir a más de cinco horas seguro», concluyó Sainz.