Ni Samuel Sánchez ni el Euskaltel llevaban una temporada brillante. El ciclista asturiano quiso renunciar al Tour, como así ha sido, para probar suerte en un Giro, en el que solo encontró el toque idóneo de pedal en las últimas etapas, demasiado tarde y con excesiva nieve en la carretera. El Euskaltel apostó este año por dar un vuelco total a sus orígenes: menos vascos en sus filas y más ciclistas foráneos con puntos en su casillero para ganar etapas, para escalar posiciones en el circuito World Tour, donde hasta hoy, y de la mano de su corredor insignia, el de siempre, no habían logrado una sola victoria.

Quiso reinar Samu en los Alpes, nada menos que en la jornada reina del Critérium del Dauphiné, en un día en el que los ciclistas transitaron por Alpe d'Huez, muy lejos de la meta para que nadie cuestionara a sus rivales, y con el único objetivo de conocer la nueva vía hacia la cima de Sarenne, una antigua pista forestal y de esquí, ahora asfaltada, y que permitirá a los corredores del Tour, ya en julio, ascender dos veces a la famosa cumbre de las 21 curvas. Samuel Sánchez, con el permiso de Alberto Contador, reciclado como gregario de lujo en favor de su compañero australiano Michael Rogers, triunfó en la estación de Superdévoluy, una cima que este sábado se ha presentado en sociedad como aspirante a albergar en un futuro no muy lejano una llegada de la grande boucle.

La etapa, aparte del triunfo de Samu, sirvió para que se vieran varios detalles interesantes, de cara a la ronda francesa, más allá del liderato de Chris Froome, que no pasó por problemas a falta de un día para que concluya el Dauphiné. Se vio como Alejandro Valverde buscó ataques lejanos, en una jornada con demasiado viento de cara. Se observó como poco a poco Purito Rodríguez va entrando en calor de cara al Tour. Atacó dos veces. Pero, sobre todo, se evidenció lo que ya ha quedado claro en la persona de Contador. El Dauphiné más allá de los problemas ocurridos en la contrarreloj, en un día con demasiado alergia para sacar conclusiones, está siendo solo un laboratorio de pruebas con la mirada puesta en París. En la etapa reina Contador solo trabajó para Michael Rogers, que quería, como así fue, desplazar a su compatriota Rohan Dennis, de la tercera plaza de la general, del podio por lo tanto. Y con esta intención, como lugarteniente de lujo, trabajó Contador en la última subida. Y lo hizo sin buscar un ritmo explosivo que sirviera para quemar la escapada de su amigo Samu. Solo para recompensar a Rogers, al que necesitará, como el que más, en las etapas de montaña del Tour. Este sábado, más que un gregario, Contador se ha ganado un amigo australiano.