Correr en un equipo que está echando el cierre no debe ser fácil. Dirigirlo, tampoco. Y mucho menos ser el jefe de filas de unos corredores cuya moral, por la propia condición humana, no debe estar muy alta, y de otros, los que tienen que buscarse la vida, que ya piensan en un futuro muy cercano pero muy lejos de un Euskaltel en despedida.

La contrarreloj inaugural de la Vuelta 2013 ya fue horrenda para la escuadra vasca; Igor Antón, el mismo ciclista que en el 2010 peleaba por la victoria final hasta que se cayó al pie de Peña Cabarga, se descolgó a las primeras de cambio como Mikel Landa. Y, ayer, en la primera subida, en el Monte da Groba, a las afueras de Vigo, más de lo mismo. Pero lo más grave para el Euskaltel fue comprobar como su jefe de filas, su líder carismático, Samuel Sánchez, el campeón olímpico en Pekín, el gran triunfador en la montaña del Tour 2011, una estrella del ciclismo, se hundió en la primera de las 12 llegadas en cuesta de la Vuelta para perder la friolera de 2.41 minutos, el mismo tiempo que Antón y, sorprendentemente, de otro corredor, Sergio Henao, que empezó la ronda española como líder del Sky y que ya se ha despedido de cualquier honor, al igual que su compatriota colombiano Carlos Betancur, que se dejó casi 10 minutos.

SIN PLENITUD DE FORMA En una ronda española con tanta subida, aunque solo sea la cuesta final de la etapa, como hoy en el Mirador de Lobeira, hay que llegar en plenitud de forma desde el kilómetro cero, de lo contrario se paga. Samu, ayer, reconoció que no podía ni dar siquiera pedales, con una pájara monumental que ya lo aparta de cualquier festín en la general. Y ya el primer día se notó que algunos corredores no han llegado a la ronda española con la misma fuerza y espíritu con los que se presentan en el Tour.

Sí estuvo acertado Nicolas Roche, vencedor en el Monte da Groba, para homenajear a su jefe de filas en el Saxo, Alberto Contador, ausente en la Vuelta, por quien se entregó a cuerpo y alma en la ronda francesa, y a su padre, Stephen, ganador del Tour de 1987 en duelo con Pedro Delgado.

Dos segundos le restaron Alejandro Valverde, que puso a trabajar a su equipo en la subida final, y Purito Rodríguez a Vicenzo Nibali, que se aupó, como era previsible, a la primera plaza de la general, aunque se quedó sin gregarios en la fase final de la etapa. La Vuelta ha comenzado sin respiro y a todo ritmo.