Francia se horroriza y comprende que hay muchas razones para continuar con la investigación judicial abierta sobre el uso (o no) de motores escondidos en las bicicletas. ¿Se han usado motores en el Tour? ¿En otras carreras del ámbito profesional? Los controles que la Unión Ciclista Internacional realizó el año pasado, nada menos que 50.000, dieron un resultado negativo. Pero la duda sigue en el aire: ¿se monta el artilugio en el ciclismo aficionado?

Por lo visto, también en Francia hay evidencias de que algunos corredores no profesionales, como Cyril Fontaine, han utilizado los motores prohibidos para ganar carreras de menor nivel. A Fontaine lo pillaron en octubre pasado. Y eso que en el campo aficionado no se dispone de los avances del profesionalismo para tratar de descubrir la trampa. En las carreras UCI World Tour, inspectores de la federación internacional disponen de tabletas que detectan artilugios extraños dentro de los cuadros de las bicis.

MULTA DE 5.000 EUROS / Fontaine utilizó un motor que, explicó, le había costado 3.000 euros. Lo rentabilizó el 1 de octubre en una carrera de tercera categoría que se organizó en Dorgoña. A los 43 años, consiguió el triunfo y 3.000 euros por la victoria. Lo descubrieron. El jueves, el comité de competición de la Federación Francesa de Ciclismo lo castigó con cinco años de inactividad, una multa de 5.000 euros y la obligación a devolver los 3.000 euros que ganó de premio.

Lejos de arrepentirse, Fontaine ha dado públicamente su versión de lo sucedido: «Lo intenté y me salió mal. decidí comenzar a usarlo después de sufrir un problema en el nervio ciático de mi pierna derecha. Ni vendo drogas ni he matado a nadie, simplemente puse un motor en mi bici. Serviré de ejemplo, pero creo que será bueno para el ciclismo porque tengo claro que no soy el único que lo hace».