Su número de teléfono era de los más solicitados en este mercado de fichajes. Sonó con fuerza para el Cacereño, tras no conseguir el decano su ansiado ascenso. Sin embargo, Santi Amaro se queda en una parada deportiva elegida. «He tenido bastantes ofertas de fuera de la región, pero mi situación personal actual me ha limitado un poco, tengo que poner un negocio en marcha. En Extremadura, los equipos que a mí me apetecían entrenar, no se han dado las circunstancias para ello», dice.

No cierra puertas a nada en un futuro. «Los que somos entrenadores vocacionales no nos cerramos la puerta a ninguna categoría. El momento en el que vivimos nos abre los ojo y nos hace estar abiertos a posibilidades. Ahora antepongo mi situación laboral al fútbol, porque es el día a día de mi familia. Si todo marcha bien con el negocio igual tengo que ponerme en la tesitura de entrenar a un equipo que cubra mis necesidades, pero no tan profesional», explica Amaro.

La reciente apertura de la única tienda oficial de Joma en la comarca de Mérida le está robando mucho tiempo, aunque el mono de entrenar aparecerá. «A medida que pasen los meses, el cosquilleo de entrenar va a estar y si aparece una opción de entrenar y mi negocio me sigue quitando tanto tiempo, me plantearía entrenar a cualquier club de Tercera, siempre y cuando yo esté cómodo», confiesa.

A pesar de no tener banquillo para la próxima campaña, sigue formándose. «Todas las noches las dedico a mi formación como entrenador. Con esto del confinamiento se ha abierto una luz importante, porque todas las federaciones han hecho ponencias muy interesantes y veo muchas de otros entrenadores y muchísimo fútbol, que cuando estaba en activo no tenía tanto tiempo», indica el ex de los banquillos de Mérida y Pueblonuevo.

En el futuro, Cacereño o Montijo son dos destinos muy apetecibles para él. «No puedo tener favoritos, porque al final es el que te llame. Son dos equipos muy míos, me encantaría entrenarlos en un futuro. He jugado en el Cacereño y Montijo es mi pueblo. Pero más allá de nombres, me ilusiona entrenar donde me pueda sentir realizado y donde nos dejen trabajar», revela.

Logró la gloria en su primera campaña dirigiendo al Mérida, pero siempre tuvo la espada en el cuello. Más aún cuando el club dio salida al hijo de Paco Puertas, actual presidente de la entidad romana. «Ahí se deteriora la relación. Las relaciones personales hay que dejarlas al margen y nosotros --en referencia al cuerpo técnico-- intentamos ser lo más honestos posibles. La relación nuestra con Paco se deteriora porque al final a uno le afecta lo que pase con su hijo. La llegada de Rubén Andrés nos dio cierta lejanía y eso creo que es fundamental; tener cercanía con la dirección deportiva y lejanía con la directiva», analiza Amaro.

No obstante, su cese ocurrió en Segunda B tras la derrota ante el Villarrubia (0-3) en el Romano. En esa debacle, Amaro ofreció una rueda de prensa bastante contundente en relación a la realidad del club. «Eso fue la excusa. Lo que traté de decir en esa rueda de prensa es que teníamos un equipo con un presupuesto muy bajo para la categoría. No podíamos decir a la afición que íbamos a estar entre los siete primeros cuando sabíamos, tanto cuerpo técnico, como la directiva, que el equipo era para no descender… ya fuese conmigo, con Diego [Merino] o con Juanma [Barrero]», resume.

Etapa rojilla

Etapa rojillaY no se equivocaba Amaro, puesto que los resultados tras esa derrota vinieron a confirmar los argumentos ofrecidos en esa rueda de prensa. «Al final se ha dado todo como pensábamos, como lo hablamos en su día y como lo hablamos en junio. Se hizo un equipo muy limitado para la categoría. El presupuesto era muy bajo. Después se fue al mercado y se fichan jugadores que suben el nivel, estaba convencido de que ese equipo se podía haber salvado», apunta.

Su primera etapa en los banquillos como primera espada fue en Pueblonuevo, donde logró salvar al equipo. Una etapa más amateur, pero que recuerda con mucho cariño. «Mi paso por allí me hizo ver que una buena gestión de vestuario y del grupo antepone muchas cosas. Tuvimos muchas dificultades, tanto económicas (puesto que no podíamos firmar a prácticamente nadie) como laborales, ya que todos los jugadores tenían sus trabajos», rememora Amaro.

Un apartado, el de la gestión de grupo, que Amaro ha ido mejorando y que aún queda margen de mejora, según el técnico. «Empecé a entrenar habiendo dejado de ser jugador recientemente, eso te da más empatía con el jugador. Con el tiempo vas evolucionando para tener esa empatía necesaria, pero que al mismo tiempo el jugador sepa que eres su entrenador y que puedes tomar decisiones que no le gusten», apunta. Un técnico que tiene siempre a mano su teléfono, por lo que pueda ocurrir.