Del césped al banquillo tras una preciosa historia como futbolista que comenzó en un pueblo de 1.300 habitantes y acabó en el Príncipe Felipe de Cáceres, pasando por la cantera del Espanyol, clubs de Segunda B como el Mérida, Talavera, La Roda y Arroyo y 12 fases de ascenso. Arlequinado y verde a la vez, Santiago Polo Bernabé (Majadas de Tiétar, 1 de febrero de 1980) sigue en el casi centenario club cacereño como entrenador ayudante de Adolfo Muñoz. Un nuevo mundo se abre a sus ojos con la misma ilusión que el día que viajó a Barcelona para triunfar en el fútbol. Tenía 17 años. Ahora, ya recibe llamadas de clubs preguntando por su hijo Tiago, de 7, del que insiste: «lo importante es que disfrute y se divierta con sus compañeros». Los tiempos han cambiado.

--¿Cómo ha asimilado el cambio de futbolista a segundo entrenador del CP Cacereño?

--Pensé que me iba a costar más pero muy emocionante y con muchísima ilusión. Es una etapa nueva en mi vida y hace cuatro meses era un veterano y ahora soy un novato en los banquillos. No me he equivocado en el paso que he dado, tengo un buen maestro como Adolfo Muñoz, sigo viviendo el césped, cuando el míster me deja me meto en algunas pachangas y esa sensación de que cuando dejas el fútbol te tienes que olvidar de todo, no me está pasando y gracias a Dios acerté al cien por cien en la decisión tomada.

--Ya tenía experiencia como entrenador de fútbol base...

--En el Arroyo estuve en el Preferente, el filial en nuestra época de Segunda B e incluso jugando en el Cacereño entrené a los zagalines y prebenjamines del Arroyo. No era mi principal fuente de ingresos, ahora sí lo es y uno se lo toma de otra manera y más en el Cacereño en donde no hay otro objetivo que el ascenso. Cuando escuchaba a los entrenadores decir: «ya os daréis cuenta lo difícil que es esto», ahora lo veo porque desde que empezó el verano con los fichajes y contínuamente interesándonos en 22 personas. Dependemos de que estén bien para que puedan responder bien los domingos que es lo importante.

--¿Es un enlace entre jugadores y técnico?

--Sí, más o menos. La figura y principal es Adolfo y yo estoy de unión entre el míster y los jugadores. La mayoría han sido compañeros míos la temporada pasada, hay una relación especial pero tanto ellos como yo hemos sabido aceptar y adaptarnos a mi nuevo rol. Seguimos con las típicas bromas pero ellos saben de qué parte estoy yo y haciendo el papel de unión entre plantilla y entrenador.

--¿Qué está siendo lo más difícil como entrenador ayudante?

--Adolfo me está dando mucho protagonismo. Siempre comenta conmigo todas las decisiones que va a tomar y esa responsabilidad de que no te puedes equivocar porque el míster puede decidir de una opinión tuya personal, hacer una cosa en un entrenamiento, contar o no con un jugador...Igual depende que se gane el domingo de las decisiones que tomas.

--Ha tenido una trayectoria preciosa en grandes equipos de Segunda B...

--Sí, preciosa. A los 17 años me fui de mi pueblo, Majadas de Tiétar, a vivir al centro de Barcelona al firmar por el Espanyol y ahí empezó mi carrera deportiva. Al recordarlo se me pone la piel de gallina. Tuve la suerte de que Juan Bermejo me trajo a Arroyo a jugar en Segunda B y llevo seis años aquí y volver a vivir el fútbol extremeño y he tenido la enorme suerte de poder retirarme en mi tierra y en el Cacereño. No puedo poner peros, he dado al máximo, no he llegado a la elite pero lo que tenemos mi familia y yo es gracias al fútbol y estoy muy contento de mi trayectoria.

-¿Qué recuerda del Espanyol?

--Llegué un 2 de agosto allí y al día siguiente me subieron a entrenar al primer equipo al estadio Olímpico. El entrenador era Brindisi y tenía de compañeros a Samuel Eto’o, Toni, Cristóbal que fue después el entrenador del Depor B que eliminó al Cacereño... Venía del Moralo pero aquello era muy profesional, entrenaba en campos de hierba natural, y fue una experiencia muy bonita pero no tuve suerte, empezaron a cederme y no pude culminar los tres años que firmé. Sentí un cambio muy importante y no me di la vuelta por no fallar a mi familia porque los primeros meses fueron difíciles de adaptación. Venía de un pueblo de 1.300 habitantes a Barcelona y era todo nuevo.

--Y tuvo una etapa en Mérida luchando por el ascenso a Segunda...

--Estaba en el Cacereño y me firmó el Mérida en el que estaba Antonio Samino de entrenador y acabó Paco Miranda. Fue un espectáculo de temporada, sigo en contacto con los jugadores de la época. Fuimos un recién ascendido y nos tocaron los filiales del Barça y el Valencia y el Compostela. Vivir un play-off con 20 años fue uno de los puntos importantes de mi trayectoria.

--Y a largo plazo, ¿su sueño será que haya otro Polo en el fútbol profesional?

--(Ríe) Es muy chiquitajo todavía, tiene siete años pero Tiago tiene cosas...Soy el padre y no me gusta hablar tan bien de mi hijo pero es increíble cómo está cambiando el fútbol. Recuerdo que cuando me llama el Espanyol con 18 años, lo hacen al teléfono fijo de mi padre y él me lo dice a mí. Ahora estamos hablando de un niño de siete años que ya hay equipos de un nivel bueno que me preguntan, me piden vídeos y me dicen cosas sobre él. Tiago apunta maneras, esto es muy largo y que ahora disfrute, se divierta con sus compañeros y Dios dirá si en el futuro tenemos un Polo en el fútbol profesional.