11 años fuera, desde los 22 hasta los 33, y vuelta a lo grande. Santiago Polo Bernabé, 'Santi Polo' (Cáceres, 1980) no pudo tener mejor regreso a Extremadura luciendo una camiseta de un club de la región, en este caso del Arroyo. El gol logrado por el carrillero izquierdo ante el Atlético Sanluqueño abrió el camino del contundente triunfo de los blanquiazules en el estreno en casa (3-0). La alegría, por supuesto, es máxima.

"Encima, hice el gol con la derecha", dice, a título de anécdota y con un tono informal que denota felicidad, el futbolista extremeño, dotado de una zurda potente y precisa. Su compañero Juanfran, otra de las sensaciones del inicio, hizo los otros dos tantos.

Santi Polo descansaba ayer en Arroyo después de vivir una jornada especial que no pudo salir más redonda para él. "Tuve suerte, sí", apunta este jugador para el que lejos quedan ya esa despedida desde Mérida hacia Talavera.

Formado en su juventud entre el Moralo y el Cacereño, su carrera se ha prolongado más de lo que hubiese pensado --aunque no le ha ido mal, asegura-- por el este de España (Mar Menor, Murcia B, Atlético Ciudad Lorquí, La Unión y La Roda). Una trayectoria notable para un profesional avezado que vuelve "encantado" a su tierra. Su "peor experiencia" fue el pasado año en La Roda, cuando por razones lejanas a lo estrictamente deportivo solamente disputó 10 partidos.

Enamorado de su profesión, lo expresa bien claro: "Cuando llegue un día como hoy y no me ha llamado nadie me retiraré. A mí lo que me gusta es jugar al fútbol, me cuido y estoy muy bien físicamente", asegura. Cuando todo termine, puede empezar una nueva carrera como entrenador: la pasada temporada consiguió sacarse el nivel 3.

Vive feliz en Arroyo con su mujer --sevillana-- y sus dos hijos. "Tenía ganas ya de volver", afirma. Su objetivo es ser útil a un Arroyo que ha confiado ciegamente en él. "La meta tiene que ser lograr cuanto antes la permanencia y después ya se verá". Polo está con el entrenador, Juan Marrero, en esa frase ya clásica de que el Municipal "tiene que ser una fábrica de puntos". En ello se afanará él, el chico de la zurda de oro con una derecha decisiva.