"Bajamos a Segunda y salimos adelante; nos quedamos sin campo y pudimos superarlo; pero de esto... de esto va a ser imposible reponerse", lloraba Montse, veterana aficionada del Espanyol, junto a la puerta 21 del nuevo estadio de Cornellà y El Prat. Allí, al abrigo del dorsal que lucía Dani Jarque, los aficionados pericos se reunieron para compartir su dolor, igual que siete días antes lo habían hecho para compartir la alegría de estrenar un nuevo hogar. Una casa en la que el central, de 26 años, deja un hueco imposible de llenar.

Como ocurrió en la puerta 16 del Pizjuán tras la muerte de Antonio Puerta, esa puerta 21 se convirtió en un santuario en el que honrar la memoria de Jarque y darle las gracias por su entrega al club. "¿Cómo pueden suceder estas cosas, con lo controlados con que están los deportistas", se preguntaba Alba con un hilo de voz. Desde la noche del sábado, nada más conocerse la muerte del capitán blanquiazul, los aficionados se acercaron al nuevo estadio a poner bufandas, fotografías y camisetas del defensa iluminadas por velas que amanecieron derretidas por el suelo, como el ánimo de la afición.

La camiseta de Pareja

Nico Pareja, el compañero de Jarque en la zaga blanquiazul --que se encontraba en Barcelona porque la convocatoria para la selección argentina le había obligado a abandonar la concentración espanyolista-- se acercó a las dos de la madrugada al estadio y dejó una camiseta con su nombre y dorsal en homenaje a su compañero.

Por la mañana, el club abrió la puerta 21 y los objetos se fueron acumulando en el interior de estadio. Gorras, banderas, camisetas, pancartas a modo de libro de condolencias, recortes de prensa, recuerdos de momentos históricos de la última época, como la Copa del 2006 y la final de la UEFA del 2007. Cada 21 minutos, los asistentes rompían en aplausos, y a las 21.00 horas volvió a haber una concentración masiva en la puerta 21.

"Honor a todo aquel que se deja la vida por amor a unos colores", rezaba una gran pancarta desplegada en el suelo, junto a un grupo de velas que formaban el número 21. "Un perico más en el cielo velará por nosotros", dejó escrito un seguidor. "El dolor es temporal, el orgullo eterno", decía una bandera.

El mundo del fútbol, unido

Muchos aficionados no pudieron contener las lágrimas ante las ofrendas, entre las que había incluso una bufanda del Barça y una bandera del Madrid. Camisetas de numerosos equipos, hasta del Cooperativa de Sant Boi, en el que Jarque empezó a jugar, desfilaron por Cornellà.

Rozando las dos de la tarde llegó el autocar de la derrumbada expedición procedente de El Prat, a la que los aficionados recibió con un emotivo aplauso que hizo estallar las lágrimas de quienes aún no habían sucumbido a la emoción.

En las ofrendas y por internet la afición se volcó para hacer una petición. Que Jarque dé nombre al estadio en el que solo pudo disputar un partido, el inaugural, seis días antes de su muerte. "Parece que el destino de este club es sufrir. No podemos tener dos alegrías seguidas", lamentaba un socio. Ahora Jarque velará por su equipo, para que este destino cambie a partir de ahora.