Demasiado buena persona para esta pecera llena de tiburones que es la F-1. Bastaba con que hubiera maniobrado dos meses atrás, tan solo una reunión, pero Pedro de la Rosa no es así. Se fió, se concentró en pilotar y nada más, hasta que acabó apuñalado por Peter Sauber y Nick Heidfeld, el mismo con el que charla cuando van juntos a buscar los niños al colegio en Suiza. El alemán será quien finalice la temporada en lugar del catalán que aún ayer, se mostraba "sorprendido", tras una decisión que "respeto". Más aún: "Les deseo lo mejor", explicó en un comunicado mientras rodaba unos spot en Madrid.

AMOR A LAS CARRERAS Siempre ha estado en una posición frágil, pero De la Rosa confió hasta el último momento en Sauber. Renunció a un contrato de más de un millón de euros en McLaren como piloto de pruebas, para bajarse del simulador y subirse de nuevo a un coche de carreras. Todo para que Reyes, su mujer, y sus dos hijas, le vieran en acción. "Pese a las averías, está temporada me está dando más de lo que esperaba", dijo en el Gran Premio de Bélgica.

Las preguntas sobre su futuro comenzaron a acentuarse allí, en Spa, cuando los responsables de Sauber comenzaron a ver con malos ojos a los periodistas españoles en el hospitality. Mal rollo. El paso siguiente fue renovar a Kamui Kobayashi, justo antes de Monza. Pedro lo tenía difícil. Tras acabar la carrera italiana, cuando recogían los bártulos para regresar a Barcelona, Monisha Katelborn, la CEO del equipo, le llamó un momento. Su fisio, Miguel Angel le esperaba fuera con la maleta en la mano. Pedro salió con gesto de incredulidad: "No vamos a Singapur". Bastaba con que De la Rosa le hubiera dicho hace un mes a Carlos Slim, el multimillonario mexicano, que él, piloto experimentado, ejercería de maestro para su protegido, Sergio Pérez. Solo con esa frase, De la Rosa se hubiera asegurado un año más en el equipo, y Kobayashi estaría ahora buscando equipo. Pero el catalán, de 39 años, es un buenazo. "No quiero hablar de mi futuro, ni pensarlo, prefiero concentrarme en mi trabajo", decía dos días antes. Ayer firmó un finiquito que le obliga, encima, a estar alejado de los medios de comunicación seis meses.