Llegaron a afligirla, a explotar sus miedos y debilidades, a ponerla nerviosa y a parecer por momentos cacapes de doblegarla. Finalmente, ni una rival con voluntad de hierro crecida ante el reto más difícil, ni el empecinado y traicionero viento ni las propias debilidades pudieron con la número uno del tenis mundial. A unos días de cumplir 32 años, 14 años después de ganar el primero de sus 17 títulos de Grand Slam en Flushing Meadows, Serena Williams ha vuelto a alzar por quinta vez la copa del Abierto de Estados Unidos. Victoria Azarenka, que ya el año pasado perdió su primera final neoyorquina con ella y esta madrugada ha vuelto a forzarla en una feroz batalla, tendrá que seguir esperando.

Williams rompíó el primer servicio de la campeona de Australia en las dos últimas ediciones pero la número dos se tomó la revancha inmediatamente en el siguiente. Y en los juegos posteriores empezó a quedar claro que esta final no iba a ser como los seis partidos previos que Williams había surcado como un misil, sin perder ni un set, concediendo a sus rivales meros 16 juegos y cerrando cinco de los parciales con un 'bagel', el contundente 6-0. Ayer miraba a su madre y a su hermana Venus en las gradas y con cara afligida se lamentaba; "hay tanto viento", "no puedo jugar con este viento". Flaqueaba, Su primer servicio, su demoledora bomba habitual, no entraba. Los errores no forzados se multiplicaban.

Azarenka planta cara

Azarenka, con una resolución que no había mostrado en su camino hasta la final, se crecía, consciente que es de las pocas que hoy día sabe plantar cara a Williams, recordando que este año había inflingido a la campeona dos de las cuatro derrotas que ha sufrido. Luego reconocería que su determinación subía "como agua hirviendo". Y llegaba hasta el 5-5 en el primer set. Ese acabaría yendo 7-5 a favor de la estadounidense, pero la bielorrusa hizo cualquier cosa menos tirar la toalla. Al contrario. Se dejó el corazón y lo dio todo.

En el primer juego del segundo set Williams volvería a romperle. Y en el quinto. Pero el 4-1 en su contra no amilanó a la número dos. Rompió Azarenka para el 4-2. Volvió a hacerlo para llegar otra vez a un 5-5. Y cedió para el 6-5, pero la cuarta doble falta de Serena les llevó al 6-6. Y en el 'tie break', Azarenka se aferró al partido, a la esperanza.

Serena se calma

Serena entonces se enfadó consigo misma, con verse por primera vez en el torneo en un tercer set, más habiendo llegado a servir ya por su quinta corona neoyorquina. Se reorganizó, buscó calmarse y jugó de forma más inteligente. Tomó finalmente las riendas. Y así logró sellar el partido. 7-5, 6-7 (8-6) y 6-1. Dos horas y 45 minutos de pelea.

A pie de pista, antes de recoger la copa a la que acompañaron 3,6 millones de dólares, Williams elogió a Azarenka como "una luchadora, una gran persona" y consideró un "honor" haber jugado con ella la final, digna batalla entre las números 1 y 2. Luego, en la sala de prensa, siguió radiante. "No me he sentido así en años. Estoy emocionada ante las posibilidades". Con casi 32 años, está en lo mejor de su tenis. A un solo grande de los 18 de Chris Evert y Martina Navratilova, aún a cinco de los 22 de Steffi Graff. "No sé lo que puede pasar. Seguiré jugando y haciéndolo lo mejor que pueda".

Alguien le preguntó qué le hace especial, tan campeona en la pista. "No lo sé. Me considero a mi misma como el resto. Simplemente juego". Juega y gana.