Si algo distingue a Río de Janeiro sobre cualquier ciudad del resto del mundo es su capacidad para deslumbrar a sus visitantes con su exuberancia. Enclavada en un laberinto de infinitas playas, caprichosas montañas y densas selvas, la cidade maravilhosa hace que los turistas olviden casi de inmediato que se trata de una urbe en la que cada día mueren asesinadas una media de 16 personas.

"Era domingo a primera hora de la mañana, el cielo estaba azul y la temperatura era perfecta para pasear en bicicleta. Todo parecía muy tranquilo y había bastantes personas alrededor. De repente, un par de hombres con pistolas se acercaron gritando: '¡Dinero, dinero!'", explica la regatista paralímpica australiana Liesl Tesch. El pasado 19 de junio, esta ganadora de la medalla de oro en Londres 2012 en la categoría SKUD18 sufrió junto a su fisioterapeuta Sarah Ross los efectos del fuerte repunte de la delincuencia en Río.

Según los datos del Instituto de Seguridad Pública (ISP), la sede de los Juegos Olímpicos del 2016 registra una media de 13 atracos a mano armada por hora, es decir, un total de 48.429 atracos solamente entre los meses enero y mayo. El caso de la australiana, quien no ha renunciado a competir en los que serán sus sextos JJOO, dio la vuelta al mundo y reveló la fuerte inseguridad que rodeó a los atletas durante las pruebas previas a la gran cita olímpica. Solamente en los meses previos a Río 2016, seis regatistas, los primeros en instalarse debido a las difíciles condiciones de la bahía de Guanabara, han sido atracados en la ciudad.

"Da bastante miedo porque nuestro material de competición es muy caro y vistoso, pero son los JJOO y es lo que hacemos. Es crucial que la gente que viaje a Brasil eleve su nivel de alerta, piense en los códigos que se manejan aquí y que asuma que ningún objeto vale más que sus vidas", apunta Tesch, quien precisamente había aumentado sus precauciones al enterarse del atraco sufrido por el equipo español de Nacra 17, Fernando Echávarri, Santi López y Tara Pacheco, el pasado mes de mayo.

FORTIN A una semana exacta de la ceremonia de inauguración en el estadio de Maracaná, el próximo 5 de agosto, las autoridades de Río han convertido la ciudad en un fortín con un despliegue de 67.500 agentes de seguridad entre militares y policía. Desde tanquetas aparcadas en las autovías que conducen al aeropuerto hasta helicópteros militares sobrevolando la ciudad día y noche, el despliegue es el mayor jamás visto en la historia de los Juegos Olímpicos.