"Yo creo que a estos les debemos ganar, aunque sea en su casa y ellos tengan a su público. Somos superiores, somos mejores". Lo decía, a la salida del Príncipe Felipe, un aficionado verde. Y como él, otros muchos, "pero allí va a ser una encerrona, ya veremos". Había optimismo, pese a todo.

Antes se tenía la misma sensación por la mayoría. Restaban solamente diez minutos para finalizar el encuentro y el resultado no era bueno, evidementemente. Sin embargo, desde Tribuna, habitualmente menos animosa que Preferencia, se repetía el grito de guerra: 'Sí se puede, sí se puede'. No se pudo ganar, pero sí no encajar goles en casa, que era el otro objetivo planteado por el equipo verde.

Fue, sin duda, lo mejor del día en el Príncipe Felipe: la 'resurrección' de la afición del Cacereño en el momento definitivo de la temporada, cuando el equipo está en serios apuros jugándose la supervivencia en la categoría que logró en 2009 en La Palma ante el Tenisca. No se quiere perder algo que costó tanto conseguir en aquel día en el que Gonzalo y Palero ya estaban en el club.

Atrás ha quedado una temporada áspera y nada cómoda en el ambiente por diferentes razones, con entradas que apenas han superado los mil espectadores y momentos de divorcio. Ayer, la Policía Nacional aseguró que se habían congregado más de 4.100 aficionados en las gradas, con la Tribuna prácticamente llena y sobre la mitad de la Preferencia. Quizá algo exagerado el cálculo policial para un estadio en el que caben 7.000 espectadores.

La deportividad entre los seguidores de unos y otros fue también una constante de la mediodía del recinto cacereño, mucho más allá de algún pique puntual.

Desde Mérida

Muy significativa fue la presencia de seguidores del Mérida, habitualmente 'hermanados' con los del Cacereño. Y se hicieron notar con sus gritos de aliento durante todo el encuentro.

Hasta el palco estaba repleto de gente, con una novedad importante a lo que ha sido normal durante toda la campaña: la presencia en el mismo del máximo accionista verde, Antonio Martínez Doblas, con su padre, Martínez Buzo, éste sí más habitual durante la temporada. También se encontraba allí la alcaldesa cacereña, Elena Nevado, con su concejal de Deportes, Pedro Muriel.

Igualmente estaba el primer edil de Linares, Juan Fernández. En la localidad jiennense, dicen, no hay algo más 'sagrado' que el fútbol y esto es una prueba evidente. En una ciudad con un 48 por ciento de paro y aunque el club sea refundado, la fidelidad es absoluta con el proyecto, sea de quien sea.

Seis autobuses llegados desde Linares fueron aparcados en uno de los fondos, y los aficionados en una esquina de Preferencia. Se calcula que fueron 400 los seguidores andaluces que estuvieron en el Príncipe Felipe. Llegaron 25 minutos antes del inicio del choque.

Para el duelo de vuelta se esperan más de 8.000, y ahora habrá que ver si el Cacereño programa el desplazamiento de los suyos.

En la grada tuvo que sentarse alguien que hubiera preferido estar en el césped: el capitán Rubén Palero, que se sentó junto al otro lesionado, José Collado. Al final, el lateral decidió no arriesgar. Marcos dejó abierta la posibilidad de que juegue en Linarejos, pese a sus dos fracturas en una mano.

"En Linares ganaremos, papá", le decía un niño de la Fundación del Cacereño a su padre a la salida. El progenitor le devolvió el optimismo con el pulgar. Estaba convencido de ello el jovencísimo futbolista. Ambos estarán en Linarejos el próximo domingo para que no se apague la ilusión de seguir vivos en la Segunda División B. Ambos creen en el equipo verde. Pero no solamente ellos. El global de los aficionados también. Muchos saben que los clubs extremeños de la categoría no han perdido aún con el Linares: el Mérida empató los dos encuentros y el Villanovense les ha ganado en el grupo IV los dos partidos disputados.