¿Dondi jueron los tiempos aquellos que pué que no güelvan...? Los excelentes versos nacidos hace más de medio siglo de la castúa y maestra pluma de Gabriel y Galán nos resultan hoy de la más conveniente aplicación para explicar la evolución del deporte extremeño, que tuvo su época dorada en la década de los noventa.

Los poderes públicos presentaban al Cáceres CB, primero, y al Mérida CP y al CF Extremadura, después, como ejemplo de la modernidad y el éxito de Extremadura; como demostración palpable de que en esta región también podían alcanzarse las mayores cotas deportivas. Los presidentes que habían logrado la hazaña deportiva con sus clubes pronto se convirtieron en personajes muy populares y acapararon portadas en los periódicos. Se desató también la obsesión de muchos políticos por salir en la foto junto a ellos, sacando pecho y reclamando su cuota de un éxito que, desde luego, no a todos correspondía por igual.

Desconocían por entonces los exitosos clubs que, precisamente, esa popularidad que otorgan los deportes de masas y su masivo seguimiento social, se convertirían en su principal enemigo y en el factor desencadenante de su posterior declive, porque los políticos más cicateros, y no hago distingo de colores, entendieron el protagonismo como un riesgo demasiado alto para su monopolio mediático.

Los clubs traspasaron las fronteras regionales y con ellas, a juicio de algunos, también las de la doctrina oficial del sibwanismo (sepa el lector no extremeño que esto consiste en pasarse el día agachando la cabeza a lo Piqué y diciendo "sí, bwana"). Y en Extremadura, ya se sabe que el que se aparta del ?sibwanismo? tiene los días contados.

Porque aquí se prefiere el sibwanismo a la eficacia y la mediocridad del fiel al talento del independiente; es más, la eficacia y el talento son considerados a menudo como un posible problema y el eficaz y talentoso como un potencial adversario.

Ese, y sólo ése, es el único motivo por el que protagonistas de aquel éxito como José María Bermejo, Pepe Fouto o Pedro Nieto, no ostentan ninguna condecoración del deporte regional a pesar de sus innegables logros deportivos. La innata desconfianza de aquellos tiempos condujo rápidamente a un cambio del discurso oficial: Extremadura ya ha demostrado que es una moderna tierra de oportunidades, así es que dejemos de apoyar a unos clubs profesionales que dilapidan el dinero para el engrandecimiento personal de sus presidentes, e invirtamos el dinero público en fomentar el deporte de base en la comunidad.

Así, de paso, se negaba la verdadera importancia que la existencia de equipos en la élite tiene para el crecimiento de la base. Y ahora, trece años después, el Cáceres CB se encuentra, una vez más en su historia, en la tesitura de servir como paradigma del deporte extremeño. Porque tras haber pasado de ser el club más emblemático y representativo de la historia deportiva regional, a ser un club que gestiona sólo el poso de la ilusión que aquellos maravillosos años sembraron en cientos de chicos y sus familias, con el ejemplo de lo que suceda con el Cáceres CB vamos a tener la oportunidad de comprobar la veracidad del discurso sobre el "apoyo al deporte desde la base"? que se ha impuesto en los últimos años. Veremos si hay respeto a los méritos contraídos y apoyo para afrontar el futuro; o cainismo y puñalada trapera. Muchos van a tener que retratarse con este asunto; por eso algunos, quizá, ya hayan decidido que antes de que eso suceda sería mejor cargarse del todo la que consideran fuente de sus problemas. Lo que está por ver es que lo consigan...